Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Dos invitados al Hay Festival

Carolina Sanín

29 de enero de 2009 - 06:19 p. m.

Nathan Englander y Junot Díaz son neoyorquinos descendientes de la diáspora. El primero es judío y el segundo nació en Santo Domingo.

PUBLICIDAD

Los dos han sido insistentemente premiados, y cada uno se ha dado a conocer por un libro de cuentos y una novela (Díaz: Negocios y La breve y maravillosa vida de Óscar Wao; Englander: Para el alivio de insoportables impulsos y El Ministerio de Casos Especiales). Ambos observan en su literatura la aventura que emprende una cultura tradicional al trasladarse a un contexto multicultural contemporáneo. Sin embargo, el espíritu y la factura de sus obras no podrían ser más disímiles.

Con su distancia narrativa, sus cierres contundentes y sus aperturas que condensan las tramas que inician, Englander encarna la instrucción de los talleres académicos que tantas obras uniformes están sumando a la literatura estadounidense. Es brillante en la selección de temas, hace juiciosas investigaciones históricas, y tiene una gran capacidad para detectar y explotar paradojas. Pero es excesivamente explicativo, quizás porque escribe a partir de soluciones y no de problemas. Sus tratamientos son a veces trillados. Para la muestra, una de sus escenas: un viejo escritor judío es arrestado en su casa por agentes del estalinismo. De camino a la puerta, se detiene frente al retrato de su esposa muerta y dice: “No importa, Katia. La vida terminó para mí en el momento de tu muerte; todo desde entonces ha sido nostalgia”.

Mientras la prosa de Englander se muestra satisfecha, la de Díaz, con sus estructuras asimétricas, la intensidad de sus voces y su español que se cuela impertinente (e incorrecto), muestra un aprendizaje en marcha que involucra al lector. Las obras de Englander son inteligentes en su reminiscencia. Las de Díaz están escritas con ingenio, pero también con la urgencia de una condición visceral —la del bilingüismo de los latinos en EEUU— cuya poética necesita ser transmitida.

El estilo higiénico de Englander hace que uno eche de menos la autenticidad y el goce de su predecesor Isaac Bashevis Singer. Al leer a Díaz uno agradece que en la prosa latina estadounidense ya no impere la nostalgia adulterada y pintoresca de ciertas narradoras de origen hispano que prosperaron en Estados Unidos en década de los 90. Englander representa la sedimentación de una vertiente literaria bicultural y Díaz celebra la juventud de otra.

Read more!
Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.