Una apuesta que ya tenía historia
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En su editorial del 2 de junio, denominado “La crisis de la educación y sus respuestas”, se menciona que el sector educativo presenta un desfase entre las necesidades del sector empresarial y la oferta académica de los centros de educación superior.
Si bien el editorial es acertado, ya que enmarca las falencias de la formación profesional y centra su atención en la solución al proponer la división de la formación en ciclos propedéuticos técnicos y tecnológicos, esta no es una propuesta novedosa. Universidades no consideradas de élite, o de nivel medio, como Uniminuto, el Politécnico Grancolombiano, la Fundación Universitaria San José, entre otras —e incluso la misma Universidad Distrital—, desde hace años ofrecen programas técnicos y tecnológicos, algunos de ellos en alianza con el SENA.
Considero que el auge actual se debe, más bien, al giro de las dos universidades más prestigiosas del país —la Javeriana y los Andes— hacia este tipo de formación. No obstante, sería valioso señalar que otros centros de educación superior ya vienen implementando esta modalidad desde hace décadas.
Óscar Contreras
La nueva urgencia de la educación
No se trata de estar de acuerdo o no con el editorial del 2 de junio; se trata de vivir la realidad de la educación en el país. El afán de tener un “doctor en casa”, con título pero sin un trabajo bien remunerado, se ha transformado en la urgencia de contar con un joven con conocimientos prácticos, que encuentre una pronta ubicación laboral y reciba un salario justo.
Hay que reconocer que estamos ante un tsunami tecnológico que permite menos divagaciones filosóficas y exige más avances programáticos. Así lo han entendido muchas universidades en su afán de subsistir, incluso aquellas que hasta hace poco miraban la técnica y la tecnología por encima del hombro. Hay que decir que, incluso en las actividades deportivas y culturales, se fomentaban diferencias. Lo afirmo como testigo de excepción.
El mundo ha cambiado, y la verdad también. Los procesadores, las redes, la inteligencia artificial, los procesos de programación… en fin, la tecnología con toda su aparatología nos ha abrumado y amenaza con devorarnos si no preparamos adecuadamente a las nuevas generaciones. Esa es la razón de las nuevas metodologías educativas en el nivel superior. La pregunta ahora es: ¿cómo va a cambiar la educación básica?
Gabriel Cantor Zabala
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com
