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Testimonio venezolano
Me gustó su editorial del 4 de agosto, titulado “Maduro mostró su peor versión y debe abandonar el poder”; es contundente. Soy colombo-venezolano, y sé que la única elección que ganó el chavismo fue la primera, porque se disfrazó de democracia, pero en realidad era comunista. Los que debían resguardar el país, es decir, los militares, apoyaron ese cambio, sea cual sea la razón. Todo esto fue terrible para Venezuela y para los venezolanos. Gracias por su escrito; como usted lo dijo, así es.
Carlos Felipe Vélez Angulo
La democracia no falló en Venezuela
A propósito del editorial del 4 de agosto. Después de cerrado el proceso electoral en Venezuela, las horas transcurrían frente a nuestros ojos y nuestro corazón palpitante esperaba con profunda ilusión y fe ver cómo la fuerza transformadora de la democracia daría respuesta al clamor de un pueblo. Sin embargo, por unos instantes sentimos que la democracia nos falló..., ¿pero realmente falló la democracia? ¡No! La democracia nunca falla. Lo que vieron nuestros ojos fue un proceso revelador, similar al que ocurre en un cuarto oscuro cuando una fotografía empieza a revelarse y cobra vida. Esta semana se ha develado que el madurismo es una dictadura militar, con el apoyo de no todas las izquierdas de América Latina. La transformación del chavismo en madurismo, la lenta y aterradora revelación de una dictadura militar atacando en las calles a aquellos que otrora mantuvieran en el poder a Hugo Chávez, pero que ya no quieren a Maduro, es algo contra natura. Es una creación informe, llena de contradicciones e inasible, tanto que no cabe en nuestras mentes.
Todos sabemos que la democracia no falló; sabemos que no hay nada que cambiar en lo que pasó, no hay nada que negociar. Lo que sucedió tiene nombre propio y, por tanto, los países que reconocieron como presidente a quien ganó tienen la razón. No son irresponsables; irresponsables son aquellos que quieren atentar contra la dama llamada democracia. Es irresponsable quien se apropia del poder y va rompiendo derechos ciudadanos, humanos y democráticos como si fueran grandes vidrios, pero pretendiendo que son movimientos sutiles, no notorios. Es irresponsable quien pretende negociar lo no negociable. La democracia no falló; la verdad es la verdad. Nadie que haya dicho la verdad y haya obrado con rectitud tiene algo más que entregar. No hay nada que negociar, porque en este caso, negociar implica legalizar una gran ilegalidad.
Pepi Pepi
