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Un pacto por la paz

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23 de junio de 2025 - 05:00 a. m.
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El editorial del 16 de junio, titulado “¿Cómo evitar que la violencia se nos vuelva rutina?”, después de hacer una analogía entre las polarizaciones en Colombia y Estados Unidos, afirma que allá y acá parece haberse normalizado la idea de que la violencia política es un mecanismo aceptable para silenciar a los opositores. Aunque estoy de acuerdo con tal afirmación, discrepo del resto de la editorial. Por eso, he aquí mi respuesta al interrogante, apoyado en el atroz atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe, por cuya pronta recuperación hago votos y espero que la autoría intelectual se conozca pronto.

Este acto execrable ha puesto en evidencia lo que todo el mundo sabe: Colombia “está polarizada, presa de los extremismos y, sobre todo, inmersa en odios profundos que, en un país violento, se exacerban con cualquier cosa”. Esta es una nación que, para mostrarse viva, solo ha dejado rastros de muerte: desde arriba o abajo, desde la derecha o la izquierda, desde mafiosos o narcotraficantes, desde azules o rojos, e incluso desde sectores institucionales que han instrumentalizado ese odio mortal.

Así que, no más polarización ni reproducción del odio atávico que se ha prolongado durante muchas décadas. Como la paz no solo se firma con armas, sino que además se construye con palabras, necesitamos con urgencia un acuerdo nacional contra la polarización y el odio. Debemos ser educados en el respeto y el amor, porque somos hermanos e iguales: tenemos que querernos, reconocernos así; ejercer los espíritus crítico y autocrítico, pero sobre todo este último. Antes que perdonar a otros, “deberíamos empezar por hacer un examen de conciencia, para después lograr lo más difícil: perdonarnos a nosotros mismos por todo el horror que hemos construido y permitido”.

Urge, pues, identificar y practicar el mejor aprendizaje: desaprender y olvidar la borrasca del odio absoluto y mortal, para construir en colectivo desde la diversidad, ya que un país no crece a punta de odios ni polarizaciones. Pero también urge que los líderes remedien la obscena concentración de la riqueza y moldeen “un proyecto nacional, un norte tan magnético que nos ponga a todos a empujar en la misma dirección”. No podemos darnos por vencidos ante las bestias del odio y la polarización. Colombia debe ser una apuesta por la paz, desde el rechazo a toda violencia física hasta la moderación de las agresiones retóricas. Como tristemente ya hemos estado en situaciones similares, ha llegado la última oportunidad en este momento clave de la historia nacional para solucionar los problemas eternos. Necesitamos, entonces, una esperanza realista, no para paralizarnos ante amenazas como la del odioso delirio colectivo polarizado, sino para pulverizarlo con acciones inteligentes y argumentos sólidos, mantener viva esa esperanza y evitar caer en el abismo sectario y mesiánico.

Dairo Elías González Quiroz

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micelium(68260)24 de junio de 2025 - 02:04 p. m.
Debemos, tenemos que, urge, deberíamos, necesitamos, no podemos darnos por vencidos, ha llegado la última oportunidad. Todo esto muy bonito y muy cierto pero del cielo no llueven soluciones. Y los que actualmente gozan de privilegios nunca han dado señales de su interés por la educación de las mayorías, prerequisito impajaritable para votar sabiamente en las elecciones, y lograr así el avance social, condición sine qua non para la paz. Un plan a largo plazo pero, ¿cual es la alternativa?
Miguel Antonio Romero Moreno(46759)23 de junio de 2025 - 02:36 p. m.
Tal como lo dice el columnista, primero debemos perdonarnos nosotros mismos y luego a los demás. Los medios de comunicación masivos, exactamente los canales de TV privados, están obligados a bajarle a la polarización. El alcalde actual de Medellín y el gobernador deben atenuar su discurso, sin el apoyo del gobierno nacional no podrán administrar bien.
Lismario Duque Ramirez(26872)23 de junio de 2025 - 01:56 p. m.
Totalmente de cuerdo, debemos tener ese mea culpa, y pensar que si todos remamos para el mismo lado , aun con nuestras diferencias, podremos dejarle a las nuevas generaciones un mejor país.
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