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Mientras varios países del mundo han dado luz verde al consumo, regulación y legalización de la cannabis de manera recreacional, medicinal e industrial, en Colombia se acaba de desmoronar el proyecto de ley que despenalizaba el consumo de la marihuana en todas sus formas.
En México se está discutiendo esta iniciativa, cuestionada por algunos en cuanto a que podría afectar la fuerza laboral o académica, pero hoy el país le ha dado el beneplácito al uso industrial para producir materias primas, alimentos, bebidas, suplementos alimenticios, cosméticos y farmacéuticos hechos a base de cannabis y se prepara para ser potencia mundial en la elaboración de estos productos.
Canadá, a la cabeza de su primer ministro, Justin Trudeau, está produciendo, distribuyendo y vendiendo a su población, que ha adoptado el consumo en todas sus formas.
Con un gran mercado como el norteamericano es una oportunidad fenomenal, así que la legislación estatal y federal darán vía libre en todo el territorio a esta iniciativa en pocos años.
En Italia, y a la velocidad de la luz, el consumo medicinal va en aumento. Es otro gran mercado con un potencial enorme.
En América del Sur, Uruguay es pionero con su legalización, dada en 2013 pero solamente puesta en marcha años después. Hoy es un exportador muy influyente de hoja y extractos, además de servir como modelo para muchos mercados.
Alemania tiene todos los atributos para convertirse en un gran mercado poblacional y altamente consumidor.
¿Y Colombia? Pues por decisiones altamente politizadas y beligerantes, retrocede con el único fin de “incomodar” al gobierno del presidente Petro, quien en campaña ofreció su legalización.
Si este proyecto hubiera pasado, no se imaginan los colombianos el potencial tan inmenso que traería. ¿Que tal la sustitución de cultivos de coca por los de marihuana? Sería fantástico, pasaríamos a ser exportadores de primer nivel, dada la calidad y sabrosura de la marihuana que se produce en nuestro territorio (de fama mundial).
Cada día retrocedemos más, nos damos cuenta de que el Congreso de la República no legisla para favorecer, pero sí para demostrar que aún estamos viviendo en las cavernas cerebrales de los “honorables padres de la patria”.
Virgilio Duque Salazar, Bogotá
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