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¡De los vándalos informáticos!

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28 de febrero de 2022 - 05:00 a. m.
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El título entre signos de admiración del presente contenido es por el alcance e impacto que ha causado el hackeo contra el Invima.

Dentro del oscuro mundo de la delincuencia y la corrupción, cobra actualidad aquello de los infiltrados que alguien se atrevió a señalar como los “criminales espirituales” que nadie se atreve a denunciar por temor. En este caso, un hacker de una gran capacidad intelectual es el infiltrado criminal.

El Invima es una de las entidades oficiales de mayor incidencia social. Vigila, controla y autoriza todo cuanto tiene que ver con los alimentos y los medicamentos que llegan y salen, y observa por dentro los sonados laboratorios farmacéuticos, que constituyen una prioridad mundial con motivo de la pandemia que nos azota y ya ha cobrado millones de víctimas, mientras que seguimos soportando las secuelas del COVID-19. Las actividades especializadas del Invima quedaron sumidas en un gigantesco tsunami tecnológico. El Invima requiere la colaboración de todos los organismos de inteligencia, tanto del sector privado como del público.

Hoy tenemos el conocimiento mundial de los hackers y los daños que generan al ingresar abruptamente a un servidor privado o del orden oficial. Activan un virus de calificativos o identidades enigmáticas, roban la información importante, modifican las contraseñas establecidas, que son exclusivas y hasta de secreto profesional, que, se asegura, ni siquiera están en la mente de un usuario común y corriente. Pero sí quedaron en el cerebro del delincuente informático que actúa desde su computador, camuflado con los más altos adelantos técnicos y capacidad de manejo.

Es de tal magnitud el perjuicio y la capacidad de destrucción de un hacker, que puede propiciar un accidente de tránsito a control remoto con solo manipular los conocidos sistemas desde distancias ocultas e imposibles de detectar. En el mismo orden de exposición y riesgo están los correos electrónicos masivos y las múltiples redes sociales, que han conquistado un poder de influencia incalculable en los sectores político, económico, social e industrial.

En síntesis, un hacker profesional está “habilitado para poner en mate” (léase destrucción, incendio, desestabilización) a todo un país u organización comercial del Estado. Así de sencillo y claro. Y estemos atentos sobre la Registraduría del Estado Civil para la jornada electoral en nuestra nación.

Gonzalo Quiñones V.

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