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Democracia

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13 de mayo de 2024 - 05:00 a. m.
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La democracia se ha definido como un modelo de gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, según la brillante síntesis del presidente Lincoln. De acuerdo con esto, uno de los aspectos relevantes de la democracia es el proceso electoral, lo que exige un sistema electoral libre, independiente, autónomo, que no se someta a los vaivenes del gobierno de turno ni a las querencias políticas. Cuando los gobernantes tienen tendencias antidemocráticas, intentan por todos los medios poner el sistema electoral bajo su control.

Otra característica de la democracia es que el poder se reparta entre varias ramas. Esta división es indispensable para evitar el abuso del poder. Cuando el gobernante presenta rasgos antidemocráticos, considera que las actuaciones de las ramas que son contrarias a sus pretensiones son un desafío a sus políticas, por lo que trata de apabullarlas. Es frecuente que los dictadores latinoamericanos supriman o de manera sutil sometan a las otras ramas a sus pretensiones, cooptándolas. Venezuela, Cuba y Nicaragua constituyen ejemplos de este tipo de actuaciones.

La sujeción de los gobernantes y de las autoridades a la ley es otro de los aspectos que molestan a quienes tienen tendencias antidemocráticas, porque consideran que se trata de trabas y vericuetos legales diseñados para impedirles hacer lo que creen que deben hacer. Estiman que la ley es un estorbo innecesario a sus pretensiones de solucionar los problemas, según su leal saber y entender. Las decisiones de los jueces contrarias a sus propuestas las ven como argucias en contra de los intereses de los más pobres y necesitados.

También es de la esencia de la democracia la libertad de pensamiento, de expresión, la libre difusión de las ideas. Los gobernantes con tendencias despóticas tienden a atacar y a destruir los medios de comunicación, en la medida en que los consideran enemigos de sus ideas y de sus políticas. En síntesis, todos los que critican al gobierno son sus enemigos, sea que se trate de sus opositores políticos, de los medios de comunicación o de aquellos que se manifiestan en contra de sus iniciativas.

En varios países de Latinoamérica, los gobernantes con tendencias antidemocráticas han sido proclives a imponer sus visiones y puntos de vista, se han empeñado en suprimir las instituciones que se les oponen, han intentado eliminar toda forma de crítica o de oposición y, para mantener las apariencias, montan sistemas electorales que les favorecen. Nunca los Estados se encuentran a salvo de la ruptura democrática, porque se trata de una institución débil, que se construye día a día, se basa en la buena fe y en la conciencia de hombres y mujeres libres, que tratan de mantenerla, a pesar de los constantes embates de la arbitrariedad.

Fernando Brito Ruiz. Pereira.

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