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¿Derecho a la autonomía médica vs. autonomía de los pacientes?

Cartas de los lectores

15 de noviembre de 2021 - 12:00 a. m.

En aras de contribuir en la construcción de conceptos sólidos, responsables y justos, se deben tener en consideración aspectos que se omiten en el antieditorial titulado “Los médicos tenemos derecho a la autonomía profesional”, ya sea por desconocimiento o por favorecer intereses de diversa índole.

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En primer lugar, la actitud impositiva (paternalista) que prevalece en algunos colegas debe ser replanteada constantemente para privilegiar los valores e intereses de los pacientes, sin caer en negligencias ni atentados contra la lex artis.

Nuestro ejercicio médico no debe circunscribirse a cumplir preceptos normativos, que por demás pueden estar desenfocados de la realidad, los sueños, aspiraciones, valores y derechos de quienes van a ser en un momento dado depositarios de los mismos, sino que debe trascender a las esferas de lo ético, entendido como el deber ser: aquello que favorece la dignidad y los derechos de los pacientes (mal llamados en algunas esferas “clientes” o “usuarios”), cuya acepción esencial es “el que sufre”.

Equivocado de cabo a rabo el colega que se abrogue el derecho de decidir por sus pacientes sin llevar a feliz término el proceso de consentimiento informado, pues si bien la ley estatutaria contempla el ejercicio de la autonomía de los médicos, cuando el médico con su mejor saber decida cuál puede ser la mejor opción (comparto que la medicina no es una ciencia exacta, sino un verdadero arte), esta debe ser consensuada con quien es el verdadero dueño y amo de su cuerpo y de su vida: el paciente.

Como médicos sabemos cuál es el curso natural de la Esclerosis Lateral amiotrófica (ELA), cómo podemos intervenirla, pero también cuáles son nuestros límites. Es presuntuoso pretender calcular en este curso en qué momento empieza el sufrimiento y en qué momento se debe tomar la decisión. Esto es potestativo del paciente y no es ético esperar hasta que los síntomas sean tan floridos que podamos ver en vivo y en directo el sufrimiento.

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Entenderemos mejor las situaciones cuando apropiemos el hecho de que no somos dueños de las decisiones justas y equilibradas de nuestros pacientes y que ellos no son terminales, sino las condiciones que los aquejan.

Jairo Torres Castañeda

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