Dos cartas sobre la crisis en Ucrania y sobre un editorial

Disrupción

Según un aclamado periódico estadounidense, la invasión de Rusia en Ucrania puede generar una crisis de refugiados de más de cinco millones de personas. Es increíble pensar que un modelo económico y político como el que se ha implementado por muchos años en Venezuela es capaz de generar una devastación similar a una guerra. Repito, una guerra. Nada de esto es nuevo, pues ha ocurrido antes y en mayor escala. Sobre esto quisiera, de todas formas, hacer una reflexión.

La devastación no solo obedece a lo que aspira un gobierno de turno o, en otras palabras, a la voluntad de quienes están en el poder. Su causa es el entramado que permite, a quienes tienen poder político, decidir arbitrariamente la dirección de un país, que en la práctica se traduce a cambiar la vida de millones de personas. Esto debe alarmarnos a quienes, en países como el nuestro, estamos acostumbrados a ver a candidatos prometer cambios radicales. Nadie, en ninguna rama del poder público, debería tener el mando suficiente para ser así de disruptivo. Si lo que está en la mesa es así de significativo, la apuesta del poder político debería ser menos ambiciosa.

El malestar que pueda causar un modelo limitado, de cambio gradual, parece trivial frente al riesgo que supone permitirles tanto a unos dirigentes transitorios. Esta gradualidad, quiero agregar, no quiero asimilarla a frases o conceptos estériles como “construir sobre lo construido”. Alude, más bien, a que una sociedad libre es capaz de trazar las vías para el progreso de un país, no un gobierno. Se necesita, entonces, que este facilite unas condiciones mínimas para ese propósito. Cualquier cosa menos es un insulto.

Simón García.

Sobre un editorial

En relación con el editorial “La ‘reputación’ no se protege ocultando el abuso”, quisiera manifestarles que estoy de acuerdo con gran parte del contenido, pero en este momento no creo que sea posible generalizar la posición de las exalumnas del Colegio Marymount respecto al silencio cómplice del caso.

En una situación tan compleja hay todo tipo de posturas frente al tema, pero sí existen voces de muchas exalumnas que nos hemos manifestado en foros privados haciendo un llamado al cambio de actitud, a llamar las cosas por su nombre, a implementar programas de educación sexual para toda la comunidad —alumnas, familias, profesorado y personal del colegio— como primera línea de prevención y dejar los llamados a la prudencia para proteger el buen nombre.

Ofelia Baquero Vergara.

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