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Sobre el veto a personalidades rusas en el deporte y las artes
Los deportistas rusos vigentes no son políticos ni mucho menos militares. No confundan los hechos. Los deportistas han sido de los mejores embajadores de paz de la historia de la humanidad. Lo fueron en la antigua Grecia y lo son en los eventos deportivos actuales. De hecho, su presencia ha evitado guerras entre naciones y regiones. Solo vean la bandera de fondo blanco del olimpismo. Ahora [tras el veto a Rusia en los Olímpicos de Invierno, en donde los rusos participaron bajo la insignia de su Comité Olímpico, pero no de su país] están vetando a los cineastas rusos, incluidos actores, directores, escritores y productores en el Festival de Cannes. ¿Qué seguirá? ¿Acaso el veto será hacia los cantantes, artistas, empresarios, científicos e incluso hacia los estudiantes de colegios y universidades rusas que requieran algún intercambio académico?
Fernando Cortés Quintero.
La ociosa manía de los pronósticos
Es un tanto exasperante leer a Andrés Hoyos. Con su tono sabihondo de especialista en todos los temas, no hace mucho más que aventurar pronósticos en todas las direcciones cada vez que hay un asunto álgido de actualidad. Podría invertir un poco más de esa energía en la comprensión del presente y el pasado, o solicitarle a este diario un espacio para publicar horóscopos.
El miércoles 2 de marzo, hablando de la invasión de Ucrania, Hoyos salió con esta perla: “... si la gran mayoría de su población odia al invasor —lo que parece un hecho, con la excepción de tal cual malinche—, es seguro que habrá episodios constantes de resistencia armada que andando el tiempo desesperen a los rusos”.
¿Acaso el conflicto no tiene que ver, precisamente, con que hay regiones que no quieren ser parte de la actual Ucrania? ¿Cuál es la utilidad de homogeneizar las creencias de un país entero? ¿Hacer que el pronóstico parezca redondo y preciso? Además, la actitud de Hoyos frente a este conflicto repite como una caricatura la tendencia de muchos medios occidentales en estos días: la de vender la idea de que esta guerra se gestó de un día para otro, por puro capricho espontáneo del señor Putin. Eso y traer a cuento la figura de la Malinche para cerrar su pronóstico nos muestra a un columnista que lleva un buen tiempo dedicado a leer la suerte del mundo en su propio ombligo.
Joaquín Uribe.
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