En defensa de nuestra justicia
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En Colombia acostumbramos a autoflagelarnos promoviendo la indignación ciudadana, con frases o escritos con mensajes populares que muchas veces carecen de fundamento. En el editorial del 14 de agosto de 2023, titulado “Pendientes y más pendientes sobre Odebrecht”, se indicó que en Colombia la justicia se quedó cortísima en la investigación del caso Odebrecht. Le hago un llamado a la reflexión y a leer el falló de la Corte Suprema sobre el caso de Bernardo Elías, la sentencia del caso de José Elías Melo y los fallos del caso de Otto Bula, Gabriel Dumar y Federico Gaviria. Toda esa información es pública y refleja el trabajo de nuestra justicia. En el tema de sanciones, la SIC hizo un excelente trabajo que se manejó en dos gobiernos, Duque y Santos, que llevaron a sanciones multimillonarias contra las compañías involucradas. Pocos casos en Colombia han sido tan investigados y han llevado a condenas reales y sanciones.
Los invito a reflexionar si de pronto no nos tomamos muy a la ligera la indignación sin reflexionar sobre los éxitos de nuestra justicia. Tendremos un sistema imperfecto, sobre todo en las penas y los beneficios por delación, pero al menos en este caso poco se puede reprochar a nuestros magistrados, jueces y superintendentes, que en muchos casos llegaron más al fondo que la justicia norteamericana.
Amado Bermúdez
El teatro de la política
Hoy nuevamente observo cómo se repite la historia, donde candidatos políticos salen a las calles con sus promesas para engañar a nuestra gente, haciéndoles creer que lo harán mejor que los anteriores, cuando en realidad lo único que desean es ascender al poder y enriquecerse a costa de llenar sus bolsillos. Reflexionemos un poco. Resulta irónico ver cómo ahora a muchos les importa la calidad de vida de sus vecinos, la tuya y la mía. Hace apenas unos meses, nos cruzábamos con esas mismas personas que hoy se autodenominan “honorables candidatos”, y ni siquiera se dignaban a saludarnos. Pero ahora, sin conocernos, estrechan nuestras manos. Sin embargo, esa misma mano que hoy apretamos será la misma que nos arrebate todo cuando estén en el poder.
En estos momentos, tengo más confianza en el Clan del Golfo que en los gobiernos de mi país. Sin duda alguna, podría afirmar que estos últimos son mucho peores que aquellos a los que señalan de terroristas. Deberíamos cuestionarnos si los verdaderos villanos son aquellos delincuentes o los individuos de traje y corbata que ocupan cargos gubernamentales. ¿Cuál es su opinión, señor presidente?
No pretendo absolver al Clan del Golfo por sus acciones; más bien, intento despertar conciencia; esa que muchos han perdido a cambio de un almuerzo, un saco de cemento o unas pocas monedas. Unidos somos más fuertes. Trabajemos por el bien y en beneficio común. Dejemos de ocultar verdades. Tal como lo expresó el señor Otoniel, esta es la única manera en que la justicia brillará y se podrá demostrar que el conflicto armado trasciende lo que la sociedad y el mundo conocen.
Karoll Garcés
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