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En Providencia

Cartas de los lectores
22 de septiembre de 2022 - 05:00 a. m.

Los pescadores artesanales de Providencia y Santa Catalina, acompañados por la Fundación Santo Domingo y el BID, impulsaron, antes de los gravísimos daños provocados por el huracán Iota el 16 de noviembre del 2020, un proyecto para mejorar la pesca y preservar y cuidar los recursos de un mar con amenazas, pero rico y vivo. Durante varios años después de un trabajo colectivo serio y constante, basado en el esfuerzo personal y permanente de los pescadores y sus familias y la ayuda de las entidades territoriales que preservan el medio ambiente regional, lograron entre todos poner en marcha la Cooperativa de Pescadores Fish and Farm Enterprises, convertida posteriormente y en pocos años en la más importante empresa social y comercial del archipiélago en su historia. Aquello fue sin duda un ejemplo en organización, tecnificación, buen manejo, cuidado del medio ambiente, mantenimiento de las especies marinas, relaciones con las comunidades y una permanente ética y responsabilidad empresarial. La cooperativa generaba utilidades para sus empleados y afiliados, así como beneficios a sus familias, no solo desde el punto de vista económico.

Con las destrucciones provocadas por el huracán todo desapareció. No más ventas de pescados seleccionados dentro y fuera de las islas, como las ofertas de productos de alta demanda derivados de sus procesamientos. No más hielo producido en la misma isla de Providencia y no más cohesión de la población alrededor de los líderes locales del proyecto y de sus costumbres y raíces, de su música maravillosa y de sus cantos al mar y a la vida. Todo terminó aquel día para numerosas gentes sencillas, sanas y trabajadoras como lo han copiado siempre de sus ancestrales costumbres.

En la llamada reconstrucción de las islas de San Andrés y Providencia no se consideró una experiencia de tantos éxitos ni se copiaron o replicaron sus resultados, valorados y resaltados por los residentes, proveedores, compradores y relacionados con las acciones de la cooperativa, ni se consideró a su vez el rescate de un proyecto con una infraestructura y reglas creadas con tantos esfuerzos colectivos. Desaparecieron Fish and Farm y los sueños de quienes venían participando o vinculados a sus numerosos programas, aunque era posible después del desastre y lo sigue siendo después de la llamada reconstrucción. Muy fácil un rescate total por la seguridad de esperar y sentir un generalizado apoyo de todos los pescadores y de todos los ciudadanos del archipiélago.

Marciano Puche Uribe

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