Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Recientemente vi un documental en HBO Max sobre la crisis de los opioides en Estados Unidos. Es ampliamente conocido que los norteamericanos presionan al Gobierno colombiano para que luche contra los carteles de narcotráfico, el cultivo ilegal y otros problemas estructurales relacionados con las drogas. Sin embargo, las drogas no son un problema aislado, sino estructural. En realidad, ningún problema social lo es. El tráfico de drogas es el resultado del abandono estatal en muchos lugares, no solo en términos de la falta de presencia policial en los barrios marginales, sino también de la falta de inversión en educación, salud y, sobre todo, la crisis del desempleo.
No estoy justificando el tráfico de drogas, pero no se puede culpar a un solo responsable en un problema que tiene múltiples culpables. Hoy en día, es más fácil encontrar drogas en las universidades que oportunidades de financiamiento para la carrera que deseas cursar. La guerra contra las drogas en nuestro país lleva años y la legalización sigue siendo un tema tabú. Los campesinos que cultivan coca en las zonas rurales, porque indiscutiblemente eso les da más dinero que sembrar arroz, son vistos como delincuentes. Sin embargo, son víctimas del Estado, que ha ignorado su labor e implantado tratados de libre comercio con la excusa de impulsar nuestra economía.
Como país, debemos luchar contra nuestros problemas sociales y dejar de estructurar políticas basadas en problemas en otras naciones. Colombia debe darse la oportunidad de dejar de lado ideas conservadoras con poca investigación y centrar sus políticas en índices e investigaciones reales, como la disminución de la criminalidad y el aporte económico que dejaría la legalización de drogas que “solo” provocan dependencia psicológica y su regulación. El mercado ilegal o escondido solo da paso a más problemas.
Además, debemos crear medidas que transformen las generaciones, con un verdadero interés por educar, hacer partícipes a los excluidos y crear oportunidades para todos. La exclusión, la segregación y las formas negativas de aislamiento son las raíces de los problemas estructurales de nuestra nación.
Karim Guerrero Hernández
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com
