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Yo puedo entender tanto las agendas de Netanyahu como las de Irán y sus peones. Puedo entender el dolor del musulmán y el judío por sus víctimas inocentes. Puedo entender al palestino y su dolor por el fracaso una y otra y otra vez por conseguir un Estado y al judío al ver a sus hijos secuestrados y asesinados en su propia nación aún sobre sus gritos de victoria: ¡nunca más! Entiendo tanto el dolor de las familias de los secuestrados israelies pidiendo a su gobierno traer de vuelta a sus hijos y seres amados como el dolor del palestino de Gaza al verse asesinado en la única tierra que las lógicas de ese largo y enrevesado conflicto le han asignado.
Puedo entender lo fácil que es hoy tomar postura. Levantar banderas de uno u otro y pretender saber de algo que realmente no se conoce, en especial, cuando no se ponen los muertos, ni su raza, ni su nación o cultura, menos aún su familia. En ese conflicto es fácil levantar banderas de la derecha o la izquierda en un acto de puro esnobismo. Puedo entender la necedad del presidente de mi país quien, por pretender levantar banderas de liberación, en verdad levanta las banderas de un proxy de Irán, las banderas del terrorismo del islam radical mostrando total necedad e ignorando los asuntos de su propio Estado y haciendo el papel de necio una y otra vez.
Con el debido tiempo, puedo entender algunos detalles del largo y profundo conflicto del judío con el árabe, sus complejas y multiples aristas en cada uno de los capítulos sangrientos que lo componen, pero lo que no podré nunca entender es por qué alabar el asesinato de inocentes específica y exclusivamente del lado judío-israelí. No puedo entender el antisemitismo que solo considera como víctimas a las palestinas y nunca a las israelies. Solo puedo entenderlo como un intento, prestado y esnobista por “defender la vida” o como un intento fallido por pertenecer a una izquierda caduca y que ha perdido completamente el rumbo y abrazado banderas contradictorias.
Es fácil hablar cuando no se ponen los muertos y es simple tomar partido con algunos pocos datos sesgados. Está de moda ser “pro-palestino” o ser “pro-israelí”. Gana likes hablar de nazismo o antisemitismo. Es el mundo de las redes sociales, donde la rebeldía son palabras vacías tales como paz, liberación y vida sin tener idea de nada, de los muertos que esas palabras significan mientras se minimiza y ultraja al otro mostrando en cada línea solamente el intento por pertenecer a una supuesta causa sin siquiera detenerse a leer o escuchar. Es la tragedia real de los palestinos. Están solos, al lado de la indiferencia de su propia religión y raza. Solos junto a la valentía de los millones detrás del computador o de las izquierdas que levantan sus banderas en la mano derecha, con la misma lógica que levantan en la mano izquierda una causa contradictoria.
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