Ver Oppenheimer es dejar que te pase una aplanadora encima. El aclamado director de cine Christopher Nolan, conocido por obras cinematográficas como Batman, el caballero de la noche, Inception, Memento, Interestelar y El gran truco, entre otras destacadas, estrenó este 20 de julio su nueva película sobre Julius Robert Oppenheimer, el director del Proyecto Manhattan.
Trata sobre la vida del físico teórico considerado padre de la bomba atómica, encarnado por el actor Cillian Murphy, quien logra interpretar muy bien a un personaje tan enigmático y atormentado. La carga emocional de haber creado un dispositivo que más adelante el humano puede utilizar para autodestruirse lo persigue hasta al final de la cinta.
Oppenheimer recita: “Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos” —frase tomada del libro hindú Bhagavad-Gita—, por tener sobre sus hombros las muertes de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki, en 1945.
La película tiene una narrativa desenfrenada, no deja respirar y siempre hay que estar atento a los diálogos para poder comprender la historia. Es muy necesario que las personas vayan con un pequeño bagaje sobre lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial y saber de qué trató la prueba Trinity, al igual que consultar sobre los físicos relacionados con la creación. Sabiendo esto, se disfruta más el filme.
Es una experiencia que tiene que ser vista en una sala de cine. La banda sonora de Ludwig Goransson tiene que ser la ganadora de los Premios Óscar, por ser envolvente, apabullante, tensionante e inmersiva. De la misma manera, debe ocurrir con la actuación de Robert Downey Jr. como Lewis Strauss.
Es la primera vez que veo una película de Christopher Nolan y me genera una sensación de terror, al darme cuenta de que la vida da más miedo que la ficción. Hay una escena específica que nunca se me borrará de la mente. Aparte de esto, siento que es de las mejores obras de este cineasta en su filmografía, siendo Interestelar mi favorita. Es increíble cómo crea una historia a su manera: la magia del cine.
Es necesario que la vea todo el mundo para comprender y reflexionar sobre la magnitud en la que nos enfrentamos a una posible guerra nuclear entre las potencias mundiales, donde surge la incertidumbre de los que más la padecen. Desde que se creó la bomba atómica no podemos ver la vida en rosa.
Santiago Rincón Valencia @santiagoelrin
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com