La regla infalible de todo gobernante del nivel nacional, departamental o municipal debería ser el cumplimiento de su Plan de Desarrollo a partir de lo que poco o mucho hayan realizado e incumplieron los anteriores. Sin embargo, es común que todos ellos se escuden en sus antecesores y en la historia patria del país para justificar sus propios incumplimientos y metidas de pata.
De los últimos presidentes de Colombia, solo Virgilio Barco y Juan Manual Santos llevaron hasta el final sus respectivas propuestas de paz, que no se pueden negar, lo cual no quiere decir que otros también lo intentaron: Barco lo hizo con el M-19 y Santos con los Acuerdos de La Habana. Así relinchen los de la derecha recalcitrante. Estos presidentes hicieron todo lo que estuvo en sus manos y se esperaba también que los siguientes mandatarios retomen esas banderas para consolidar los procesos. No lo hicieron, sobre todo Duque, a quien la historia difícilmente le perdonará su empecinamiento en aplastar lo que con tanto sacrificio se logró con las antiguas FARC. Una creativa publicidad promovía su producto con el eslogan “¿Quién tuvo la culpa? El tubo tuvo la culpa”. Al menos en dicho mensaje se puntualizaba la culpabilidad y a renglón seguido daba la solución. Así deberían actuar quienes llegan a la Presidencia, gobernaciones y alcaldías. Precisar la culpabilidad para aclarar de dónde arranca la nueva administración, vale. Pero quedarse ahí, en el eterno reproche de lo que dejó de hacer el primer presidente colombiano y los siguientes es portarse como Poncio Pilatos, pero resulta que hasta la lavada de manos tenía un propósito en tiempos de pandemia. Evitar la propagación del virus.
Parecería que los gobernantes de hoy están más en la labor de propagar vicios de la administración pública para tapar sus incumplimientos porque la corrupción se agudiza. Y claro, todos salen a decir que eso no comenzó hoy, sino que viene de administraciones anteriores; es decir, se salen por la tangente y eso les sirve para quitarse responsabilidad para frenar tanto escándalo. Nuestros mandatarios regionales y locales se están demorando en actuar con dinamismo. El alcalde de Pasto anunció un inventario de lo que dejó de hacer su antecesor. El inventario crece y crece.
Ana María Córdoba Barahona, San Juan de Pasto
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