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Reflexión de un ignorante sobre la ignorancia de la paz y la guerra

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01 de agosto de 2022 - 05:00 a. m.
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Nuestro presente es un pasado confuso y un futuro incierto. ¿Quién nos puede redimir de la ignorancia que nos envuelve y de las armas que afilamos contra nosotros mismos? De las armas que afilamos como el sentido de nuestra vida.

Busqué algo más que lo que mis sentidos logran buscar. Sin embargo, nuestros dioses se esconden de sus criaturas y nuestra realidad no es poesía en sí misma. Habremos de hacerla poética nosotros mismos. Agarraré libros porque alguna página me está esperando para darle un sentido a mi existencia, sin dejar de alejarme. Me alejaré de mi ensimismamiento poniendo mis ojos rumbo a nuestras maravillas plagadas de guerra. Aunque se habla de paz, muchos creen que será larga la noche, porque en este país de deístas, católicos y evangélicos, “comprenden las palabras del que murió en la cruz”, como dice nuestro himno nacional, aunque no tanto como para aplicarlas a nuestras vidas.

“Comprenden las palabras del que murió en la cruz” y muchos incluso alardean de una profunda y privilegiada vida religiosa o intelectual, y caminan como quien camina aparentando un propósito claro para no parecer vagabundo, como los vagabundos con los que día tras día contrastamos nuestro concepto del bienestar. El monólogo constante de su indiferencia es: “Miren mi muy desarrollada vida, miren cuán feliz soy”. ¿Cómo escaparemos de esta realidad absurda y cómo perfeccionaremos la estirpe condenada?

Comprenden las palabras del que murió en la cruz, pero no tanto como para haber votado sí a la paz, excepto en las maravillas plagadas de guerra, porque allá sí ganó el sí. El sí a la paz de los que en carne propia viven la miseria. Dicen: “Si anhelas la paz, prepárate para la guerra”. Hemos de prepararnos, pues no queremos una paz donde siguen pereciendo por balas y también por hambre, una paz donde no todos pueden ser educados con calidad.

Una paz a veces en labios de homofóbicos, racistas, sexistas y xenófobos. Son abstractas nuestras armas, porque creemos en nuestras voces, las creemos capaces de profetizar sobre los huesos secos de nuestra sociedad. Son voces de profesores, estudiantes y todos aquellos que aman la sabiduría, la paz y la verdad.

¿De dónde vendrá la re-evolución del espacio-tiempo en que vivimos y quiénes han de ser los mayores constructores de paz sino nosotros?

No ignoremos nuestra responsabilidad, sino revistámonos de nuestro existencialismo para afrontar la realidad y transformarla.

Yandel Forero.

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