No creo que haya muchas personas en desacuerdo con el columnista Mauricio Botero Caicedo (“El flagelo de los ‘pinchallantas’ en pleno auge”, El Espectador, 4 de mayo de 2025) respecto a la gravedad del problema que representan los pinchallantas en la ciudad. Sin embargo, encuentro que su análisis es característico del llamado enfoque túnel, que con demasiada frecuencia conduce a la implementación de medidas —determinadas por el peso político de quien propone la solución— que no pasan de ser un “sana, sana, colita de rana” para cada uno de los atropellos, problemas, “inconvenientes” y delitos que enfrentan a diario tanto los opinadores como el resto de los colombianos.
El señor Botero propone triplicar las cámaras de seguridad y poner “enormes avisos” en las calles para advertir sobre la presencia de pinchallantas. (Me recuerda los letreros de “zona de alta accidentalidad” en las carreteras colombianas.)
Cierto es que también plantea judicializar a los pinchallantas —¿en un país donde más del 90 % de los homicidios quedan impunes?— y reglamentar la instalación de montallantas —¿en un país donde más de la mitad de los trabajadores son informales?—
No puedo evitar imaginar su campaña electoral, en caso de que el señor Botero decidiera aspirar a un cargo de elección popular. Es posible que considere extender su propuesta para solucionar el sinnúmero de atropellos, problemas, “inconvenientes” y delitos que enfrentan los ciudadanos (tanto los que tienen carro como los que no). Me recuerda la propuesta de campaña de Óscar Iván Zuluaga de llenar el país de cámaras de seguridad… en un país donde cerca de la mitad de la población no tiene ni con qué llenar la barriga.
¿Cuál sería, me pregunto, su propuesta para remediar el problema de los carteristas, abusadores y extorsionistas en las estaciones de Transmilenio y en los parques de la ciudad? ¿Más cámaras y más “enormes avisos”? (Cabe anotar que al señor Botero no deben incomodarlo ni los carteristas ni los abusadores ni los extorsionistas en las estaciones de Transmilenio, ya que cuenta con vehículo particular). ¿Y cuál sería su propuesta para eliminar a los ladrones de celulares en los centros comerciales? ¿O para enfrentar a los estafadores que se ubican en los aeropuertos a espiar a los incautos usuarios de aplicaciones bancarias para captar sus claves? ¿Y los atracadores que roban carros y motos en los semáforos? ¿Y los apartamenteros? ¿Y…? ¿Y…? ¿Más cámaras y más “enormes avisos”?
En mi enorme ingenuidad, me permito proponer, más bien, impulsar la educación, asegurar que todos los niños y jóvenes reciban una buena alimentación, estimular la cultura ciudadana (a la Mockus, por ejemplo), fomentar el empleo formal, confrontar la desigualdad social y económica y, ¿por qué no?, llenar de cámaras de seguridad los recintos donde los políticos se reúnen a repartirse los recursos de la nación.
Tal vez, de carambola, así se solucione el problema de los pinchallantas.
Ricardo Gómez Fontana, Guapi, Cauca
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