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Contundencia frente a las patologías políticas
Si bien tengo que estar de acuerdo con el oportuno editorial del lunes 29 de abril, titulado “Alerta sobre el transfuguismo”, la prudencia y cautela con que se trata esta abusiva e infame patología política deja una expectativa de leer con contundencia y denuncia este mal que carcome a nuestro nutrido Congreso desde mediados del siglo pasado. Ahora que se inicia la fase final de nuestro polémico campeonato de fútbol local, donde los jugadores de aquí y de allá se traspasan o cambian de equipo, de sudor y supuesto amor por una camiseta y escudo que acarician y pellizcan muchas veces con fiereza y desafío; lo cambian en cuestión de temporada, meses y hasta minutos por el dios dinero. Hago una analogía o comparación con nuestros políticos que, de similar manera y por idénticos fines, se traspasan o cambian de bandera, bancada, camiseta o cachucha con la facilidad de estar en una estantería de supermercado con abarrotes y hortalizas. Ministros, embajadores, cónsules y asesores son el fiel reflejo de estos álbumes de figuritas del Mundial de Fútbol o de chocolatinas, que se cambian en cualquier esquina o rincón, en estos casos soterradamente. Y he aquí el mal que impide que nuestros honorables representantes se ganen el respeto, admiración y aprecio del pueblo y gentes del común porque, como gritaba una pauta publicitaria de años atrás en los medios y televisión, prima es el “billete”.
Álvaro Valcárcel Botero, 67 años, Bogotá.
Alerta sobre el transfuguismo
A propósito del editorial del 29 de abril, debo decir que es un error de aquí al cielo llamar transfuguismo a la libertad de desistir o cambiar de opinión, en virtud de razones coherentes o argumentos convincentes. Incoherente es llamar traición al electorado porque un congresista no acepta las órdenes del jefe político. Coartar la libertad de un legislador de votar libremente según su criterio y tener que hacerlo según las órdenes del director del partido es una aberración. Claro que, si el desacato es por soborno, no por democracia, el enfoque es diferente.
La reforma electoral es necesaria, pero más importante son leyes contundentes contra la corrupción. Expropiación y cárcel para los corruptos, y el país saldrá de la mediocridad. Cosa que Petro, al cual llamo Duque 2, no ha hecho ni lo hará, en virtud de que es complicado luchar contra las mafias narcopolíticas. Si Duque estaba maniatado, Petro está “esposado” de pies y manos.
Eseir Bohórquez Suárez
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