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Como seguimos asumiendo que ustedes tienen un genuino y único interés en informar y en entregar una visión de la realidad a sus numerosos lectores, queremos hacerle, con mucho respeto, algunos comentarios y expresarles nuestra opinión en torno a las afirmaciones consignadas en el artículo del señor Jorge Gómez Pinilla, titulado “Mi apostolado es contra la religión”, publicado el 7 de diciembre de 2021.
Mi primera sorpresa es que un medio tan destacado como El Espectador, para tratar un tema tan serio como es la religión, dé cabida en sus páginas a un artículo que tiene una muy discutible calidad intelectual y, segundo, que es ofensivo para los lectores.
Me refiero a una discutible calidad, por la confusión intelectual a la que somete a los lectores la presentación del articulista. Esta afirmación está basada en las siguientes razones:
1- Lo que dice contra la religión son simplemente lugares comunes que repite todo el que no está de acuerdo con la religión
2- No distingue lo que es la religión y lo que son las religiones. La religión es una dimensión de la persona y las religiones son las prácticas de esa dimensión.
3- No distingue y, por tanto, considera como si se tratara de la misma visión, lo que es la religión de la fe cristiana.
4- Le da el mismo tratamiento al Antiguo Testamento y al Nuevo Testamento. El antiguo es pura religión y el nuevo es pura fe cristiana.
5- Coloca a Moisés como el creador de la religión, cuando la religión es una característica propia de las sociedades antiguas, como la que tenían los egipcios. Todos los pueblos antiguos tienen la religión como la espina dorsal de su mundo cultural, intelectual y ético.
6- Ignora totalmente lo que son los géneros literarios.
7- En mi entender, es delicado que el articulista, que se autocalifica como un conocedor del tema, desconozca la manera como se trata a la religión desde la posmodernidad. Es así como la religión es considerada como una creación de la cultura, lo mismo que el arte, la medicina, el derecho, la música, etc. El hombre ha creado todas estas actividades para responder a aspiraciones o necesidades de la persona. La persona humana tiene necesidad de alguien que cuide de la salud; de ahí nació la medicina. Y así, el derecho, la música, etc.. El hombre ha creado todas estas actividades para responder a las aspiraciones o necesidades de la persona. De esta manera, el ser humano tiene una dimensión de trascendencia, que no tiene el animal. El animal es inmanente, el ser humano es trascendente, como lo han expresado siempre todos los filósofos y pensadores. Para responder a esta necesidad de trascendencia, que no tiene ningún sentido religioso, la cultura humana elaboró la religión.
La religión es una creación de la cultura, tal como está expresado de manera excelente en un libro publicado con motivo de El Coloquio de Capri, celebrado en 1996. En esta ocasión, cuatro grandes pensadores de Occidente se reunieron en esa isla a reflexionar sobre la religión. Estos cuatro pensadores fueron: por España, Eugenio Trías; por Francia, Jacques Derrida; por Italia, Gianni Vattimo, y por Alemania, G. Gadamer y J.Habermas, que aunque no asistieron enviaron su aporte. El resultado de este encuentro lo condensaron en un libro titulado Sobre la Religión.
El objetivo de ese encuentro era estudiar, desde el punto de vista filosófico, lo que era la religión. Ellos llegaron a la conclusión que era un producto de la cultura y que, como toda creación cultural, tenía un aspecto positivo y uno negativo. El aspecto negativo ya lo había expresado Marx, cuando dijo esa expresión clásica: “La religión es el opio del pueblo”. Eso también se puede decir de muchas actividades de la persona, como el deporte la política, etc. Pero al mismo tiempo expresaron el valor fundamental de la religión, que se resume en lo que Habermas publicó posteriormente y que expresa muy bien ese aspecto positivo de la religión. El parágrafo central del artículo dice: “La religión tiene un potencial semántico que es fuente donadora de sentido por excelencia, y aparece y es reconocido en tres funciones: lo expresivo simbólico, la función socializadora, y la función semántica. Lo expresivo simbólico que manifiesta de la mejor manera posible, aquello que racionalmente no se puede expresar. La función socializadora, que la proporciona por medio de una cosmovisión y unos valores comunes. Y la función semántica, que lleva consigo contenidos inspiradores que devuelven un sentido a la existencia y crean nuevos potenciales comunicativos”.
Es imperdonable que una persona que confiesa que su vida ha estado dedicada a “Mi apostolado es contra la religión” se atreva a ignorar la opinión de estos grandes pensadores.
En segundo lugar, me parece que es ofensivo con los lectores, porque cuando una persona desprevenida termina de leer el artículo del señor Gómez Pinilla, queda con la impresión de que los millones y millones de personas de toda clase -genios, intelectuales, ignorantes, de toda raza y cultura y de todos los tiempos, que han creído en la religión-, todos son, según el articulista, unos ignorantes “llenos de confusión mental”(sic) y que llama a las creencias “pendejadas”(sic), término vulgar e irrespetuoso.
¿En nombre de la libertad de expresión son aceptables ese tipo de publicaciones? Lo delicado es que este pseudoconocimiento termina sesgando la realidad ante la opinión pública y no presenta argumentos, sino motivos para esgrimir razones en pro o en contra de personas o de causas.
Federico Carrasquilla Muñoz.
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