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Sobre la violencia y la obesidad

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19 de marzo de 2025 - 05:05 a. m.
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Las observaciones presentadas en “Los nuevos datos que muestran el fracaso del mundo para contener la obesidad” (Redacción Salud, El Espectador, 3 de marzo de 2025) contrastadas con las conclusiones del estudio de Steven Pinker, muy bien explicadas en “¿El mundo se está volviendo un lugar cada vez más violento e inseguro?” (Julián de Zubiría Samper, El Espectador, 4 de marzo de 2025) ofrecen una ventana más para tratar de entender las contradicciones que han conducido a la crisis de las autodenominadas democracias liberales en muchos países del mundo.

De un lado, el profesor De Zubiría nos explica que la violencia en el mundo se ha reducido a una fracción de su nivel desde la antigüedad hasta el pasado reciente; de otro, el aumento exagerado de la obesidad revela una forma de violencia encubierta bajo la protección del derecho al emprendimiento y al libre movimiento de capitales sin considerar el daño social y el costo económico de estos derechos.

Gradualmente, desde la invención de la imprenta (de la escritura, quizá), las tecnologías impulsadoras de la difusión de la información han permitido a la humanidad enterarse de los avances sociales y aprender de los estudiosos lecciones que han servido para implementar regímenes aparentemente más democráticos en muchas regiones del mundo. A la vez, el increíble avance de la ciencia y de la tecnología ha servido para desarrollar herramientas que han conducido a mejorar increíblemente el nivel de bienestar de un gran número de ciudadanos en el planeta.

Sabemos, de un lado, que los emprendedores que más se han beneficiado con el progreso científico y tecnológico jamás se han visto obligados a incorporar a sus emprendimientos las eufemísticamente llamadas externalidades, conduciendo al mundo al borde del colapso ambiental, y poblado por ciudadanos sujetos al deterioro de su salud física y mental para beneficio de una minoría cada vez más agresiva en su deseo de acaparar la riqueza del planeta.

Del otro lado, podemos argüir hasta quedar sin aliento si es más o menos violento matar en un instante a un niño de un balazo que conducir a una persona a una muerte prematura efecto de malos hábitos consecuencia de la ignorancia general resultante del desastroso y terriblemente parcializado sistema educativo y alimentada por el bombardeo de propaganda de alimentos nocivos y sustancias tóxicas legales (alcohol, bebidas energéticas, quizá otros), pero no podemos negar que ambas representan manifestaciones inequívocas de la violación de los derechos de los más vulnerables a manos de quienes ostentan el poder.

Resulta comprensible entonces cómo mientras los avances científicos y tecnológicos están, como nunca antes, disponibles para conducir a la humanidad entera a un estado de bienestar sin precedentes, los dueños de la información hayan logrado mantener la ilusión de un mundo cada vez menos violento cuando en realidad la violencia ha aumentado o, por lo menos, no ha disminuido, sino simplemente se ha transformado en una violencia que aísla, viola, degrada, debilita y finalmente mata a un gran segmento de la población.

Ricardo Gómez Fontana, Guapi, Cauca.

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Eufrasio Guzmán Mesa(15235)19 de marzo de 2025 - 12:56 p. m.
No solamente Colombia, además varios países africanos contienen una excepción a las ideas de Pinker, también la auto destructividad humana impulsada por la industria de los alimentos y la perniciosa publicidad; el cuadro lo completa también una OMS copada por una industria de los fármacos que despliega una acción criminal denunciada de muchas maneras. Los intereses de los accionistas de las productoras de medicamentos se están sobreponiendo sobre los principios hipocráticos.
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