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Es dramáticamente impreciso y desacertado su editorial del 3 de mayo, titulado “Diplomacia populista con Israel que no traerá la paz”, sobre el discurso que realizó el presidente Petro el 1.° de mayo pasado. Ahí él anunció el rompimiento de las relaciones diplomáticas con Israel no “en medio del discurso”, como sostiene el editorialista, sino al comienzo como tema sustantivo y axial. Cuando solo ha dicho que hay millones de marchas “como esta” y lo dice en una Plaza de Bolívar cuidadosamente preparada para que se noten las banderas del movimiento M-19 (supuestamente desmovilizado en marzo de 1990).
El izamiento de banderas del M-19 rememora, para quienes tenemos memoria histórica, que mientras Petro fue militante de este movimiento ellos hicieron dos atentados contra la Embajada de Israel, lo que debe tomarse como contexto para entender el discurso. Esta acción del movimiento en que militaba Petro fue indultada. Sus responsables salieron incólumes, a pesar de su carácter criminal. Este incentivo hace que no sorprenda ahora el respaldo de Petro a las atrocidades del 7 de octubre por parte de Hamás (a quienes con torcida imaginación tilda de “liberadores del pueblo palestino”).
Aquí lo que vemos es a un Petro que convierte sus preferencias antisemitas en línea para dictar el curso de la diplomacia del país. La reiteración en discursos de Petro del tono romantizante sobre la guerrilla y los guerrilleros, y el tono cálido con que se ha referido a los asesinos de la OLP, con quienes tuvo la oportunidad de entrenarse en sus días de adiestramiento en Libia, constituye otro elemento de contexto para esta “osada” acción de in-diplomacia. Más que una mera acción populista, lo que vemos aquí es una acción autoritaria y opuesta al profesionalismo de nuestra diplomacia.
¡Cuán errado su editorial en la lectura del sentido de la acción de la ruptura de las relaciones con Israel!
David Gleiser
