Gran acierto tuvo el entonces gobernador de Antioquia Luis Pérez Gutiérrez cuando el 26 de junio de 2019, a poco más de un año de iniciada la megaobra, decretó: “asignar al túnel del Toyo el nombre de Guillermo Gaviria Echeverri”, acto administrativo que fue refrendado por la Asamblea departamental mediante ordenanza del 26 de septiembre del 2021.
El dar nombre de personajes de una nación, por ejemplo, a las calles de una ciudad, es una acertada manera de rastrear a la población, tener la capacidad de encontrarla e identificarla, y que tengan nombre tiene que ver con esto; lo que sin duda tiene muchas consecuencias positivas para la nación. Esta desafortunadamente no ha sido una regla en nuestro medio, tal vez por la juventud de nuestras ciudades, pero que sin duda tenemos que empezar a adoptar como método para consolidación de nuestra historia y sociedad, tal como se hace principalmente en las ciudades europeas. Esta es una manera muy acertada de tener una conexión emocional con el lugar; pienso por ejemplo, en la Biblioteca Gabriel García Márquez, en el barrio Tunal de Bogotá o en Barcelona; tiene que ver con la manera en la que construimos la comunidad y vivimos en ella.
No dudo en afirmar que con este nombre para el túnel más largo de sur América (9,73 kilómetros), el entonces gobernador y los miembros de la Asamblea departamental acertaron en la decisión, entre otras, por expresar con él, un acto de justicia y gratitud con un antioqueño que, muy seguramente desde sus estudios como ingeniero civil en la Escuela Nacional de Minas, señaló la importancia de comunicar no solamente a Medellín con el Golfo de Urabá, sino a Colombia toda.
Es una verdad de a puño que, para crecer, las ciudades necesitaron el mar. Así, Guillermo Gaviria Echeverri dedicó todos sus esfuerzos desde las diferentes posiciones que ocupó en la vida pública y privada para que esa conexión se hiciera realidad. Nativo de Frontino en el Urabá y formado en Medellín, siempre tuvo como norte el amor a la región. Pasaron décadas, se necesitó una vida entera y más, para que sus hijos Guillermo y Aníbal, desde la Gobernación de Antioquia, y Sofía, desde el Senado de la República e Irene desde la dirección de El Mundo, recibieran con entusiasmo la posta de su padre para que hoy la conexión del golfo de Urabá con la región andina e incluso con la costa pacífica sea una realidad.
Un hombre que siempre tuvo en mente y en consecuencia dedicó su vida entera primordialmente al desarrollo de Antioquia, entre otras, mediante la creación de empresas de impacto nacional, como Unibán, Colanta y Carbocol o desde su cargo como director de la Aeronáutica Civil como desarrollador del aeropuerto José María Córdoba en Rionegro o desde la dirección del periódico El Mundo, donde con su siempre asertiva y demócrata mirada, fue faro de muchísimos lectores dentro de quienes me incluyo con gratitud y afecto. Pocos, muy pocos, son quienes, con su dedicación y amor por su tierra, han logrado lo que logró Guillermo Gaviria Echeverri, incluido el haber heredado a sus hijos e hijas la misma pasión con no menores resultados.
Me llena de orgullo y se me humedecen los ojos de emoción de patria al ver la foto de su hijo Aníbal junto con profesionales de la obra, ondeando con alegría la bandera de Antioquia, el día en que se logró el cale de los túneles que desde cada lado de la cordillera se iniciaron. Veo a su padre desde donde quiera que esté, mirando al túnel y a su departamento con una enorme sonrisa de complacencia y gratitud por lo logrado en sus décadas de trabajo.
Arriba me referí a la justicia que se hace dándole el nombre de Guillermo Gaviria Echeverri al túnel, no solamente por ser su principal gestor, sino porque al darle su nombre a la más importante obra de infraestructura vial que se ha hecho en Colombia –una obra de dimensiones continentales y globales– con ella también se representa lo grande que fue la persona que lleva su nombre.
Una obra cuyos efectos no se detienen en las cuatro horas y media que se tardará el trayecto entre Medellín y el golfo de Urabá, sino que ha hecho que se avance en la implementación de proyectos de apoyo a la infraestructura social, productiva, cultural y comunitaria de las veredas y municipios cercanos al proyecto. El túnel, además, hará más competitiva a Antioquia con impacto sobre todo el país, permitirá la consolidación de un gran puerto marítimo en el Urabá.
Por todo lo anterior hoy escribo, más con sorpresa que con tristeza, que para muchos en Antioquia y por ende en Colombia, el túnel Guillermo Gaviria Echeverri esté siendo llamado el túnel del Toyo; entre estos muchos, quien más me sorprende por su también reconocido amor a su tierra y sus gentes, amén de su pasión por construir un país mejor para los colombianos, es el expresidente Álvaro Uribe Vélez, el mismo que en el 2007 impuso al ingeniero Guillermo Gaviria Echeverri la Cruz de Boyacá.
El Toyo es un nombre en Colombia con una muy discreta presencia en el Diccionario Geográfico del Instituto Agustín Codazzi: Sitio en el municipio de Giraldo, departamento de Antioquia, al norte de la cabecera municipal. Comunicado a ella por carretera. Allí funciona un establecimiento educativo. Sin ninguna historia o referencia de algún tipo. ¿Tal vez el nombre que un campesino le dio a su finca en ese lugar?
Enrique Uribe Botero.
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