Quizás no sea el momento para escribir estas palabras, dado el complejo y doloroso contexto que atraviesa la capital indígena Uribia. La realidad parece estar oculta tras el duelo que actualmente embarga a este municipio. Al analizar nuestra existencia, es evidente que la vida puede desvanecerse en un instante. Estos cinco hijos de Ichitki, que hoy dejan un legado de sufrimiento en nuestra comunidad, habían concebido numerosas aspiraciones y proyectos para el futuro.
Este luto colectivo no solo refleja la pérdida de personas valiosas, sino que también trunca sueños y expectativas a mitad de camino, sueños que podrían haber contribuido significativamente al desarrollo social y cultural del pueblo. La tía Yesmin, su hija Paula y la coordinadora Sandra Loiza, como administrativos de una institución, quizás asumieron una labor arriesgada debido a las injusticias inherentes al sistema educativo actual. Este sistema no solo amedrenta a los docentes, sino que también ha puesto en riesgo su labor a lo largo de los años.
La falta de condiciones adecuadas para el ejercicio de la enseñanza, especialmente en lo referente a accesos viales durante los tiempos de invierno, cuyas consecuencias vemos hoy, es una realidad palpable que afecta a todos los niveles educativos. Esta situación se agrava por la ausencia de infraestructura adecuada y recursos básicos, como el acceso al agua potable, lo cual limita gravemente el desarrollo integral de los estudiantes. La decadencia en las instituciones educativas se traduce en un entorno poco propicio para el aprendizaje y el crecimiento personal.
Personalmente, puedo dar fe de esta realidad, ya que fui estudiante en un sistema que carecía de este recurso vital. La falta de agua no solo impacta la salud y el bienestar de los alumnos, sino que también socava el proceso educativo en su totalidad. Es imperativo abordar estas deficiencias estructurales para garantizar un futuro más prometedor para las generaciones venideras, donde la educación sea un pilar sólido para el desarrollo comunitario y personal.
A todos los familiares de Yesmin Gutiérrez Fajardo, su hija Paula Gutiérrez, Sandra Loaiza, Nixon Freyle y Naela Gómez, les envío un mensaje de profundo pesar y solidaridad en este doloroso momento. Sus vidas han dejado una huella imborrable en Uribia, y su memoria perdurará en el corazón de este pueblo. Que encuentren consuelo en el amor y apoyo de quienes los rodean, y que el recuerdo de sus seres queridos les brinde fortaleza en estos tiempos difíciles.
Mario Alfonso Gómez Ipuana, activista social
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