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El 16 de junio, en una entrevista para la cadena Iran International, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu envió un mensaje a las mujeres iraníes: “Las han empobrecido y llenado de miseria, les han dado muerte, terror”, para luego referirse al paradigmático caso de Mahsa Amini, una mujer kurda de 22 años que en 2022 fue detenida por la “policía de la moral” del régimen por incumplir con la regulación del hijab. Amini murió en custodia, y esto detonó protestas por todo el país al grito de “mujeres, vida, libertad”. Irán recurrió a la pena de muerte para acabar con las protestas. En su intervención, Netanyahu se apropia de una causa, de un movimiento que logró articularse en resistencia a pesar de la ubicua represión.
Es indudable que el régimen iraní es terrible para las mujeres. Para trabajar, las mujeres necesitan permiso de sus maridos y solo el 14 % hace parte de la fuerza laboral. La edad mínima para casarse es 13 años. Ni la violencia doméstica ni la violación están catalogadas como un crimen, salvo por lo que se conoce como zina, “sexo sin consentimiento por fuera del matrimonio”, y por supuesto solo castiga a las mujeres. Este es apenas un puñado de horrores. Netanyahu no miente cuando habla del daño que el régimen le ha hecho a las mujeres y diversidades iraníes, pero eso a Israel no puede importarle menos: no lo pensó dos veces antes de matar mujeres y niños en Gaza. Según Oxfam, “el ejército israelí ha matado más niños y mujeres en Gaza en un año que cualquier otro conflicto de las dos últimas décadas”.
La feminista egipcia, Mona Eltahawy, señala esta contradicción en The Guardian y añade que “es increíble escuchar a Netanyahu pedirle al pueblo iraní que se levante en contra de las mismas cosas que él ha impuesto al pueblo palestino. Pero no es sorprendente. Estoy demasiado familiarizada con la forma en que los imperialistas, ocupadores, invasores, instrumentalizan los cuerpos y derechos de las mujeres musulmanas para justificar sus guerras”. En The New Arab, Nadine Asbali opina algo similar: “Nadie niega que Irán, como muchos otros países, tiene serios problemas con los derechos de las mujeres. Dos verdades pueden coexistir al tiempo; una nación no tiene que ser un lugar seguro para las mujeres para renegar de una invasión, destrucción, asesinato y violaciones al derecho internacional”. Y añade: “Dicen que les importan los derechos de las mujeres musulmanas e iraníes, tanto, que piensan bombardearlas hasta la libertad”.
Es absolutamente descarado justificar una guerra desde los feminismos, y mucho menos desde los feminismos decoloniales. Como explica Eltahawy: “Las guerras y las invasiones no liberan a las mujeres. Pregúntenles a las mujeres de Afganistán hoy. Cada vez que un poder imperial dice ‘liberar’ a las mujeres de ‘sus’ hombres, es cuestión de tiempo hasta que esos hombres recuperen el control sobre ‘sus’ mujeres, lo hacen en el mismo minuto en que se van los invasores”. Los conflictos armados destruyen los cuerpos de las mujeres, y por eso las feministas jamás estaremos a favor de la guerra.
