Desde hace unos años los grupos antiderechos en Latinoamérica han tomado por costumbre dedicar 40 días y 40 noches a entorpecer el acceso al derecho al aborto de las mujeres. Los antiderechos se parquean frente a las clínicas que prestan el servicio de interrupción voluntaria y legal del embarazo para gritarle acusaciones y entorpecer el acceso a la clínica tanto a mujeres como al personal médico y administrativo. También les dan volantes a las mujeres para que llamen a supuestas clínicas en donde les darán información falsa sobre el aborto (varios memes con esta estrategia están rotando por las redes sociales colombianas) y en algunos países han llegado a subir a las mujeres a falsas clínicas sobre ruedas en donde un falso médico les hace una falsa ecografía en donde las mujeres escuchan el falso latido de un corazón.
En Colombia, desde hace tres años, los grupos acampan frente a las sedes de Oriéntame y les toman fotos a las personas que entran a la clínica, sobrevuelan la clínica con drones, se paran en puertas para impedir la entrada y a las mujeres que intentan pasar las tocan en la cara y en el abdomen y le gritan ofensas al personal. Por supuesto que estos comportamientos han sido denunciados en repetidas ocasiones frente a la Policía y la Alcaldía, pero lo único que hacen es mandar “gestores de convivencia” que no han logrado que cese el hostigamiento de ninguna manera y si mucho han mandado policías bachilleres para ayudar a sacar a las mujeres y al personal de la clínica en taxi para protegerse de los antiderechos. En la última “vigilia” (vigilia de hostigamiento), una persona de la Alcaldía fue a pedirles que levantaran el campamento, pero a la mañana siguiente regresaron como si nada.
La defensa de los antiderechos es que están realizando una protesta pacífica que se enmarca dentro de su derecho a la protesta y a la libertad de expresión. Esto es falso: divulgar información falsa sobre procedimientos médicos no hace parte de la libertad de expresión y entorpecer el acceso a un derecho fundamental no hace parte del derecho a la protesta. Es increíble que, en un país en donde la protesta legítima es reprimida de manera sistemática (ni siquiera se permitió por mucho tiempo el campamento en la Plaza del Bolívar en defensa del proceso de paz), la fuerza pública no haya sido capaz de hacer nada para controlar el hostigamiento de los grupos antiderechos. Es más que simple negligencia: en 2015 la misma Policía se unió a la protesta de los antiderechos y “con vehículo oficial y abrazados a imágenes religiosas, estuvieron rezando frente a Profamilia”.
Este año Oriéntame pide a las subsecretarías de administración distrital que muevan el campamento de los antiderechos a zonas de contención para que no entorpezcan la entrada a las clínicas y, de paso, el acceso a un derecho fundamental, gestores de convivencia permanentes (los 40 días y las 40 noches), y protección para las mujeres y el personal que ingresen a las clínicas. Es importante entender que lo que hacen los grupos antiderechos no es protesta, es hostigamiento, y no son pacíficos corrillos que rezan en murmullos el rosario, sino grupos hostiles que atacan activamente a las mujeres, divulgan información falsa y entorpecen el acceso a un derecho fundamental.
Mientras esto sucede, la magistrada Cristina Pardo intenta limitar nuestro derecho al aborto desde la Corte Constitucional en una ponencia altamente irregular, pues su sesgo antiderechos se ha hecho público y esto debería bastar para dejarla impedida.
Las colombianas somos de las mujeres más privilegiadas de América Latina y el Caribe pues tenemos aborto legal desde hace 12 años, pero la garantía de este derecho está en peligro. Es urgente que nos organicemos para defenderlo, en lo público y en lo privado, haciendo incidencia en nuestros entornos inmediatos, usando el color verde en las marchas, y todos los días para que sepamos que somos muchas y que estamos juntas en esto. ¡Educación sexual para descubrir, anticonceptivos para disfrutar y aborto legal para decidir!