El periódico The Guardian contó este lunes que el comité ético de la FIFA está por fin investigando a dos de los más famosos árbitros colombianos, Óscar Julián Ruiz e Ímer Machado. En su momento, las denuncias pasaron sin pena ni gloria por la prensa nacional, pero la publicación del periódico inglés y sus implicaciones ha logrado que las denuncias sean un tema obligado en la agenda deportiva.
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En 2012, Ruiz fue denunciado en Fiscalía por Mauricio Sánchez Carvajal, quien en su denuncia dijo que Ruiz presuntamente exige favores sexuales para avanzar profesionalmente. Ruiz también tiene una denuncia por presunto acceso carnal violento a una persona menor de 14 años en 2005 y 2008. El denunciante fue Fabián Reyes, quien también dijo que Ruiz le ofreció ayudarle a avanzar en su carrera como árbitro si accedía a tener relaciones sexuales. Hoy Reyes vive en España y en su denuncia dijo que los hechos ocurrieron en Villavicencio. A estas se suman las de Harold Perilla en 2019, por presunto acoso sexual entre 2009 y 2016. Parece que a pesar de las denuncias reiteradas por acoso sexual laboral, la Fiscalía colombiana archivó estas denuncias en 2020 por “falta de pruebas”.
Ante la inoperancia de la Fiscalía colombiana, Harold Perilla llevó la denuncia hasta la FIFA, incluyendo a Carlos Chávez y Julián Mejía como denunciantes. Las denuncias de Perilla también se extienden a Ímer Machado, ex-árbitro y hoy el director del Comité Técnico de Árbitros de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), a pesar de tener 14 denuncias por abuso sexual, según el periódico The Guardian. Perilla ha dicho que tiene más de 30 testigos contra Ruiz.
Por su parte, Ruiz dijo que “ninguno de los hechos se ajusta a la realidad. Duré 16 años como árbitro internacional y nunca fui investigado. He realizado más de 200 actividades internacionales, torneos, cursos, seminarios con instructores de árbitros de todo el mundo y nunca he sido acusado”. Su declaración es negatoria de la realidad que tiene en frente: ¡claro que ha sido acusado!, en múltiples ocasiones, por eso la FIFA abrió una investigación. Quizás en toda su trayectora como árbitro internacional, que incluye varios mundiales, nunca fue investigado, porque hace una década todo el mundo se hacía la vista gorda con la violencia sexual, y a pesar del #MeToo, sigue siendo una forma de violencia que no se quiere ver, y menos en espacios de solo hombres o codificados como hipermasculinos, como es el caso del fútbol. Aún así, que la FIFA esté investigando estas denuncias, una organización que históricamente ha permitido comportamientos machistas y transfóbicos, habla de que definitivamente los tiempos están cambiando.
En todo caso, la cantidad de denuncias y denunciantes, la cantidad de años que las denuncias abarcan (desde 2005 a 2016 hay más de una década), y la insistencia en que presuntamente estos árbitros han usado su poder y prestigio para acosar y abusar sexualmente de árbitros más jóvenes, prometiendo, presuntamente, ventajas profesionales a cambio de favores sexuales, tendría que prender todas las alertas rojas de la Federación Colombiana de Fútbol.
Las formas rígidas y machistas de la masculinidad hacen que de acoso y abuso sexual entre hombres no se hable. Asumir el rol de víctima es visto como una humillación pública y la homofobia es tan fuerte que termina por ser censura. Independientemente de que la Fiscalía haya archivado varias de estas denuncias, es evidente que algo pasa. ¿Tomará algún tipo de medida la FCF?