El “tiktoker” Naïm Darrechi, investigado por violencia sexual
La semana pasada el tiktoker mallorquín Naïm Darrechi, de 19 años, dijo en un conocido programa de entrevistas del youtuber Mostopapi que tiene por costumbre mentirles a sus parejas sexuales y decirles que es estéril para eyacular dentro de ellas sin condón: “Me gusta dentro, acabar dentro, esa es la verdad (…) yo no puedo con condón, nunca lo utilizo, hasta que un día dije, tío, es raro que nunca haya dejado a una chica embarazada, tantos años, así que voy a empezar acabar dentro siempre, sin ningún tipo de problema, y nunca ha pasado nada”, afirmó Darrechi. Entonces el entrevistador le pregunta: “¿Y ellas nunca te dicen nada, en plan: ey, bro…?”, y Darrechi contesta: “Sí, pero, bueno, yo les digo que tranquilas, que soy estéril. Tú tranquila que yo me he operado para no tener hijos”. Darrechi se hizo famoso como influencer en 2016, al subir videos en los que bailaba y hacía playback con uniforme escolar, y es hoy uno de los influencers españoles con más seguidores en China.
El lunes de esta semana, el gobierno de la isla imputó cargos contra él por “abuso sexual mediante engaño a un número indeterminado de mujeres y por incitación contra la libertad sexual y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”. “El Govern asegura que tiene la obligación de proteger a todas las mujeres a las que haya podido engañar Darrechi, además de no permitir abusos y agresiones sexuales, ni otras actuaciones que atenten contra la salud sexual y reproductiva de las mujeres. También denuncia el ‘enaltecimiento’ de los delitos que haya podido cometer por razones de género”. El Institut de la Dona también ha denunciado al influencer en canal prioritario de la Agencia Española de Protección de Datos y ha pedido el cierre de sus cuentas de YouTube y TikTok.
La discusión pública sobre las declaraciones del tiktoker se ha caracterizado por dos cosas: por un lado, algunos portales web enmarcaron el problema en la ya clásica pregunta: ¿son los influencers una mala influencia? Esto, por supuesto, es absurdo. Darrechi, según su propio testimonio, tiene este comportamiento sobre la base de una serie de creencias patriarcales, como que puede engañar a las mujeres para coger y que no tiene que hacerse responsable de su salud reproductiva, y estas ideas no son culpa de “internet” o de “los influencers” sino de la cultura patriarcal en la que estamos inmersos online y offline.
Por otro lado, hay un consenso en que lo que cuenta Darrechi se caracteriza como una agresión sexual, a tal punto que la justicia ordinaria está investigando. Esto hoy parece una cosa evidente, pero hace apenas unos años, cuando pendía sobre Julian Assange una acusación muy similar —que había mentido al decir que había usado condón—, esta fue vista públicamente como una agresión menor y la mujer que lo denunció fue tenida por una “idiota útil”. Por supuesto, estamos lejos de un cambio cultural que llegue al punto en que una agresión así sea unánimemente inadmisible, estamos lejos incluso de que estos comportamientos se reprueben en espacios privados, pero este tipo de conversaciones sirven para desnormalizar estas agresiones que hace unos años parecían un tema de grises.
La semana pasada el tiktoker mallorquín Naïm Darrechi, de 19 años, dijo en un conocido programa de entrevistas del youtuber Mostopapi que tiene por costumbre mentirles a sus parejas sexuales y decirles que es estéril para eyacular dentro de ellas sin condón: “Me gusta dentro, acabar dentro, esa es la verdad (…) yo no puedo con condón, nunca lo utilizo, hasta que un día dije, tío, es raro que nunca haya dejado a una chica embarazada, tantos años, así que voy a empezar acabar dentro siempre, sin ningún tipo de problema, y nunca ha pasado nada”, afirmó Darrechi. Entonces el entrevistador le pregunta: “¿Y ellas nunca te dicen nada, en plan: ey, bro…?”, y Darrechi contesta: “Sí, pero, bueno, yo les digo que tranquilas, que soy estéril. Tú tranquila que yo me he operado para no tener hijos”. Darrechi se hizo famoso como influencer en 2016, al subir videos en los que bailaba y hacía playback con uniforme escolar, y es hoy uno de los influencers españoles con más seguidores en China.
El lunes de esta semana, el gobierno de la isla imputó cargos contra él por “abuso sexual mediante engaño a un número indeterminado de mujeres y por incitación contra la libertad sexual y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”. “El Govern asegura que tiene la obligación de proteger a todas las mujeres a las que haya podido engañar Darrechi, además de no permitir abusos y agresiones sexuales, ni otras actuaciones que atenten contra la salud sexual y reproductiva de las mujeres. También denuncia el ‘enaltecimiento’ de los delitos que haya podido cometer por razones de género”. El Institut de la Dona también ha denunciado al influencer en canal prioritario de la Agencia Española de Protección de Datos y ha pedido el cierre de sus cuentas de YouTube y TikTok.
La discusión pública sobre las declaraciones del tiktoker se ha caracterizado por dos cosas: por un lado, algunos portales web enmarcaron el problema en la ya clásica pregunta: ¿son los influencers una mala influencia? Esto, por supuesto, es absurdo. Darrechi, según su propio testimonio, tiene este comportamiento sobre la base de una serie de creencias patriarcales, como que puede engañar a las mujeres para coger y que no tiene que hacerse responsable de su salud reproductiva, y estas ideas no son culpa de “internet” o de “los influencers” sino de la cultura patriarcal en la que estamos inmersos online y offline.
Por otro lado, hay un consenso en que lo que cuenta Darrechi se caracteriza como una agresión sexual, a tal punto que la justicia ordinaria está investigando. Esto hoy parece una cosa evidente, pero hace apenas unos años, cuando pendía sobre Julian Assange una acusación muy similar —que había mentido al decir que había usado condón—, esta fue vista públicamente como una agresión menor y la mujer que lo denunció fue tenida por una “idiota útil”. Por supuesto, estamos lejos de un cambio cultural que llegue al punto en que una agresión así sea unánimemente inadmisible, estamos lejos incluso de que estos comportamientos se reprueben en espacios privados, pero este tipo de conversaciones sirven para desnormalizar estas agresiones que hace unos años parecían un tema de grises.