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Galán: ‘vandalismo’ y memoria

Catalina Ruiz-Navarro

13 de marzo de 2025 - 12:05 a. m.
"De pronto hoy estaría molesto con nosotras el patriarca [Luis Carlos Galán]; después de todo, el líder extraordinario también abandonó a un hijo extramatrimonial como un macho cualquiera": Catalina Ruiz-Navarro
Foto: EFE - Vannessa Jimenez

Los hermanos Galán, el alcalde Carlos Fernando y su hermano Juan Manuel, creen que la vandalización a la estatua de su papá durante las marchas feministas del 8M en Bogotá es irrespetuoso y reprobable. “Como sociedad, tenemos que unirnos en un principio fundamental: destruir bienes públicos es atentar contra la ciudad, es atentar contra todos. Sin importar quién lo haga, no es aceptable”, dijo el alcalde. Pero ¿cómo afecta a toda la ciudad la vandalización de una estatua? ¿Qué derechos perdemos al ver la carita de Galán pintada de verde y morado? ¿Habrá menos atracos en Bogotá si la estatua está limpia y reluciente? ¿Dejarán de cortar el suministro de agua a las personas y empezarán a cortárselo a las grandes corporaciones, que, como Coca-Cola, acaparan un recurso natural que debería ser público? El asesinato de Luis Carlos Galán fue indudablemente un magnicidio. ¿Cuántos feminicidios tiene que haber en Bogotá para que se consideren igual de importantes?

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Como siguiendo el trend de “solo respuestas equivocadas”, el alcalde continúa: “Lamentablemente, algunas mujeres escogieron la destrucción de bienes por encima de la manifestación pacífica”. La acción directa hace parte de una manifestación pacífica, especialmente cuando no se están replicando mensajes de odio ni discriminatorios. “No se registraron personas heridas, lo cual es un logro importante”, y un logro no de la Alcaldía, que el año pasado aterrorizó a las marchantes encapsulándolas a oscuras en la Plaza de Bolivar, sino del mismo movimiento feminista que siempre ha puesto en el centro la defensa de la vida. Galán continúa: “La destrucción de bienes no es una forma válida de manifestarse” pero sí que lo es, lo que pasa es que el alcalde está equiparando los bienes inmuebles públicos y privados con las personas, y por eso cree que vandalizar piedras inertes con mensajes a favor de los derechos humanos es violencia.

Para variar, medios y políticos han estado más preocupados por la estatua que por los derechos de las mujeres y disidencias. Pero, si me preguntan, Galán se ve mejor así. ¿No se supone que esa estatua representa la importancia de las ideas progresistas que nos llevaron a la Constitución del 1991? ¡Si es gracias a esa Constitución que se puede reconocer el derecho a la protesta! Me parece que usar la “memoria de Galán” para estigmatizar las luchas sociales es acabar con su legado, que fue la posibilidad de soñar en un país en donde no solo quepamos “todos” como señaló su hijo, sino también todas, y quiero pensar que además todes. Pero la reacción de sus herederos me hace darme cuenta de que lo estoy romantizando. De pronto hoy estaría molesto con nosotras el patriarca; después de todo, el líder extraordinario también abandonó a un hijo extramatrimonial como un macho cualquiera. Esa es una verdad dolorosa que las feministas conocemos demasiado bien: también marchamos el 8 de marzo porque no queremos que las consecuencias de las violencias machistas sigan siendo un daño colateral, una contingencia, un sapo que nos tenemos que tragar para apoyar a nuestros héroes, que luchan por lo “verdaderamente” importante.

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