Dicen los medios que las elecciones del pasado domingo, en donde se definieron alcaldes y gobernadores, fueron una especie de “plebiscito” para evaluar el mandato de Petro, pero esta es una verdad a medias. Es cierto que en la mayoría de las ciudades los alcaldes elegidos son opositores al gobierno, y esto está especialmente marcado en las ciudades más grandes como Bogotá, donde ganó Galán con una campaña que se alimentaba del antipetrismo y de la decepción que generó la alcaldesa Claudia López; Barranquilla, en donde para sorpresa de nadie seguirá dominando por otros cuatro años el clan Char; Cali, en donde ganó Alejandro Éder con su esposa Taliana Vargas como jefe informal de su campaña; Medellín, donde ganó ‘Fico’, como era de esperarse, y Bucaramanga, en donde ganó Jaime Beltrán, quién se presenta como “el Bukele colombiano”, y hubo un merecido castigo a Rodolfo Hernández.
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Pero esto no quiere decir que el mapa colombiano cambiara de color. No es que diéramos un giro a la derecha, es que no hemos salido de la derecha en la que siempre hemos estado. Según el análisis de La Silla Vacía, la izquierda en las alcaldías se redujo a la mitad: pasamos de tres alcaldes de izquierda (Santa Marta, Villavicencio y Cali) y cinco de centroizquierda (Florencia, Popayán, Cartagena, Manizales, Medellín) a dos alcaldes de izquierda (Santa Marta y Florencia) y dos de centroizquierda (Pasto y Tunja). En cuanto a las gobernaciones, según el análisis de orientación política de La Silla, hubo un aumento de la izquierda: pasamos de una gobernación de izquierda en 2019 (Magdalena) y tres de centroizquierda (Chocó, Cauca y Boyacá), a tres de izquierda en 2023 (Nariño, Amazonas y Magdalena) y seis de centro izquierda (Chocó, Cauca, Huila, Boyacá, Vaupés y Casanare). En el mapa de gobernaciones, La Silla, cómicamente ubica a el Distrito Capital en la “centroizquierda” y en el mapa de alcaldía categoriza a Claudia López y a Galán como de “centro”, e introduce las categorías de “centroderecha” como intermedia entre el centro y la derecha. Sin embargo, como bien sabemos, el centro es la derecha, y en esa medida pasamos de 28 gobernaciones que eligieron la derecha en 2019, a 23 en 2023, y de 24 alcaldías de derecha en 2019 a 28 en 2023. En resumen, estamos más o menos igual.
Aun así, el resultado es negativo para la izquierda porque, al tener la presidencia, el Pacto Histórico habría podido aumentar su influencia, pero concentró todos sus liderazgos fuertes en el Congreso y no quedó nadie para las elecciones regionales, en donde hay muchos cacicazgos y el voto de opinión es menos importante. El gobierno y los movimientos sociales de izquierda (que no son lo mismo) también deben preocuparse por estudios como uno recientemente publicado por la Universidad del Rosario, que muestra que aunque la ciudadanía colombiana, en todas las edades, siempre ha tendido hacia la derecha, hubo un aumento en los jóvenes que se autoidentificaban como de izquierda que alcanzó un pico del 28 % en abril de 2022, justo antes de las elecciones presidenciales, y que para octubre de 2023 bajó al 19 %, mientras que los jóvenes que se autoidentifican como de derecha eran el 18 % en abril de 2022 y hoy han llegado a un alza histórica del 37 %. Los datos de este estudio no están desagregados por género, información que sería interesante pues en Argentina se ha observado que los votos de los jóvenes por la derecha están masculinizados. La izquierda representa un proyecto de igualdad que es mucho más grande e importante que Petro o el Pacto Histórico y está perdiendo a quienes históricamente han sido sus aliados naturales: los, las y les jóvenes. Que este sea un campanazo para que ese proyecto de país no se nos escurra entre las manos.