
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Jaime Esteban Moreno tenía 20 años, era estudiante de Ingeniería de Sistemas en la Universidad de los Andes y murió en Bogotá tras una golpiza en la noche de Halloween. Su muerte se hizo mediática porque recuerda el caso de Luis Colmenares, otro estudiante de Los Andes asesinado en Halloween, uno de los crímenes más visibles del siglo XXI en Colombia.
Según cuenta un amigo de Moreno, que declaró como testigo, ambos salieron de una discoteca sobre las tres y media de la mañana, y cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, los siguieron. En un video puede verse cómo dos hombres le propinaron una golpiza que parece que no duró más de un minuto y, sin embargo, fue suficiente para causarle la muerte. Una versión afirma que una de las mujeres acusó a Moreno de haber acosado sexualmente a una de las dos; otra, que la pelea fue por un taxi.
No sabemos si la golpiza que llevó a Moreno a la muerte fue provocada por una acusación de acoso, pero es algo que sucede todo el tiempo en Colombia y en todas las clases sociales, y por eso vale la pena discutirlo. Si esa fue la razón de la golpiza, no debería ser un atenuante (como quiere hacer ver la defensa). Muchas víctimas, decepcionadas con la justicia e inmersas en el patriarcado, creen que su honor puede ser “vengado” con violencia. Otras víctimas de acoso o de abuso sexual guardan silencio porque tienen miedo de sus agresores y también de sus aliados, de los hombres que, en nombre de protegerlas, decidan tomar medidas violentas que pueden llevar a una tragedia como esta. La violencia, los linchamientos como método de justicia, ocurren porque responden a unas ideas punitivistas tan arraigadas que parecen un instinto, pero casos como este muestran su terrible ineficiencia pues, si la golpiza contra Moreno fue una “retribución”, no solucionó nada, pero sí acabó con la vida de Moreno y descarrilará las de sus agresores.
Al debate entró la representante de la Cámara María del Mar Pizarro, por ser una de las dueñas de la discoteca en donde estaban Moreno y sus presuntos agresores. Pizarro ha cuestionado a la fuerza pública por su inoperancia (ni siquiera han ido a buscar un video de seguridad en donde presuntamente aparecen los implicados) y otros problemas estructurales de la noche bogotana, como que la policía a las 3:00 am está ocupada cerrando bares en vez de proteger a la ciudadanía que a esa hora y sin transporte público se expone a atracos y a otras agresiones como esta.
Este homicidio es un síntoma de lo peligrosa que es la noche bogotana. Halloween suele ser un reto para el orden público porque muchas más personas salen y se emborrachan, los carteristas roban billeteras y celulares, y también ocurren muertes violentas. La cifra más alta recientemente es del 2021 con 13 homicidios y 3.409 riñas durante el fin de semana de Halloween. Al 2021 y le sigue el 2019 con 11 homicidios, y el año pasado, en 2024 hubo seis, todos debidos a riñas que se salieron de control. En respuesta a esto, el alcalde diagnosticó que deben “tener la capacidad de resolver conflictos de manera pacífica”, y por eso este año la Secretaría de Seguridad, Convivencia y Justicia desplegó una serie de actividades para “que las personas aprendan a resolver los conflictos de manera pacífica”. Estas medidas claramente no fueron suficientes en una ciudad donde los homicidios van en aumento (8,1 % frente al 2024). Sí, en general la gente necesita habilidades para gestionar sus emociones y la ira para resolver conflictos, pero esa no puede ser la excusa de la alcaldía. ¿Dónde estaba la policía —me imagino que capacitada en resolución de conflictos— para frenar esta riña?
