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El lunes de esta semana capturaron en Brasil a Jaime Saade, feminicida de la joven barranquillera Nancy Mestre, quien llevaba 29 años prófugo de la justicia. En la madrugada del Año Nuevo de 1994, Saade, quien entonces tenía 31 años, recogió a su novia, Nancy Mestre, de 18, para salir de fiesta, como suele hacerse después de pitos en Barranquilla. Nancy nunca regresó a su casa, así que su padre, Martín Mestre, fue a buscarla antes de que saliera el sol a la casa de Saade. Allí se encontró, cuenta, con la madre limpiando un charco de sangre, y le dijo que su hija estaba en la clínica porque había tenido un accidente. Nancy tenía un balazo en la cabeza y estuvo casi una semana luchando por su vida. Los estudios también mostraron que había moretones y rastros de violencia sexual en el cuerpo de la joven. Para cuando Nancy murió, Saade había escapado del país.
Hay muchas preguntas que, a la fecha, quedan del crimen de Nancy Mestre. Por ejemplo, que el fallo que finalmente declararía culpable a Saade se demoró porque en la escena del crimen encontraron muestras de sangre de un tipo diferente al de la víctima y al de Saade, lo que podía dar a entender que había otra persona involucrada. El padre de Nancy recibió una carta anónima de una mujer que le contaba que había otros hombres presentes: “alcancé a oír tremendos gritos de hombres y fue cuando decidí subir también y alcancé a ver a tres o cuatro hombres desnudos, de los cuales, por las fotografías de Jaime Saade, él era uno de ellos, gritaban no puedes dejarla ir porque nos vio y lo va a contar a todo el mundo”. Además, la familia de Saade estaba bien conectada con la oligarquía barranquillera, no por nada su abogado fue el exalcalde de la ciudad, Miguel Bolívar Acuña, quien temprano en la madrugada estaba en el lugar de los hechos para decirle a El Heraldo que Nancy se había suicidado mientras esperaba que Saade saliera de tomar una ducha.
El padre de Nancy, Martín Mestre, dedicó los siguientes treinta años de su vida a buscar a Saade, pues sospechaba que estaba en Brasil, así que empezó a acercarse a su familia a través de perfiles falsos en redes sociales y así llegó a descubrir que mencionaban una ciudad: Belo Horizonte. Mestre también hizo una gráfica con intervenciones a una foto de Saade, para mostrar cómo se vería con o sin barba, más flaco o más gordo, o más viejo, y se lo pasó a las autoridades para ayudar en esa búsqueda internacional que no se habría concretado sin su esfuerzo. Finalmente, Saade, que se hacía llamar Henrique Dos Santos y tenía esposa e hijos, fue encontrado por los agentes de la policía brasileña pero su captura tardaría un poco más, porque los cargos en su contra ya habían prescrito en Brasil, así que no fue tan sencillo lograr que una corte declarara su extradición. La mañana del 1 de mayo, Saade fue capturado y será extraditado pronto a Colombia, en donde también están a punto de prescribir los cargos en su contra.
Hoy decimos que el asesinato de Nancy Mestre fue un feminicidio, pero en 1994 esto ni siquiera hacía parte de nuestro lenguaje. El concepto de feminicidio, tanto en lo legal como en lo social, es clave para entender este crimen en retrospectiva, y al mismo tiempo, este crimen muestra por qué los delitos de género no deberían prescribir. Pero también nos muestra los límites de nuestro sistema de justicia, pues si se logra una condena final de Saade será por la lucha incansable de Martín Mestre, pero ¿qué pasa con todos aquellos feminicidios que no tienen un doliente? Terminan traspapelados en los archivos, olvidados bajo la alfombra.
