En su reciente investigación sobre la vida y obra de Esther Forero, La caminadora, la gestora cultural e investigadora musical feminista Daniella Cura cuenta la historia de cómo la cantante y compositora adquirió el epíteto que suele acompañar su nombre: la novia de Barranquilla. A mediados de los 70, en su regreso a la ciudad luego de haber triunfado en escenarios internacionales como Santo Domingo y Nueva York, Forero fue invitada al programa radial de uno de los locutores con mayor sintonía del momento: Gustavo Castillo. Dice Cura: “Al verla llegar (...) Castillo soltó alegremente ante el micrófono: ‘Ahí viene Esthercita Forero, la novia mía’. Esther lo reconvino con la mirada, quizá incómoda por la forma en que la audiencia pudiera interpretar ese saludo. Castillo entendió el mensaje y corrigió rápidamente: ‘No es la novia mía, es la novia de Barranquilla’”.
La ocurrencia del locutor rebautizó a Esther Forero y la tesis de Cura es que al mismo tiempo sirvió como una forma de domesticación, que limó todos los aspectos de su vida que la hacían una mujer controversial y la dulcificó bajo el mote de “novia”. Quizás Forero lo aceptó porque era mucho más fácil encarnar este modelo romántico de feminidad que dirigir la atención de su público a lo poco tradicional que era en realidad su vida: “Haber crecido en la marginalidad, haber vivido como mujer y como madre de una forma atípica para su época, y haber tenido que abrirse camino como mujer en un medio musical totalmente reservado a los hombres eran desafíos que la habían obligado a desarrollar estrategias para sortear los señalamientos adversos que se levantaban ante ella. A ello se sumaba la estigmatización por haber vivido una larga y muy visible relación con una pareja de raza negra (Jorge Artel), de militancia comunista y con quien nunca conformó un matrimonio tradicional”.
Más difícil todavía debía ser dedicarse a un trabajo que exigía viajes permanentes, que en ese tiempo eran aún menos compatibles con la maternidad. Cura cuenta algunas de las estrategias de Forero, como viajar con su hijo recién nacido y con su madre en barco de vapor por el río Magdalena para vender productos farmacéuticos y sostener económicamente a su familia, y a la vez estudiar y conocer el folclor local para avanzar su educación musical. “En el label copy del compilado Colombianísima se pueden encontrar datos adicionales. El documento muestra que, de las 12 canciones que conforman el disco, la mitad son de la autoría de Forero. Sin embargo, curiosamente, dos de esas seis canciones, “La hamaca” y “La levita”, aparecen bajo la autoría de Josefina Celis, la madre de la compositora. Eran canciones que Esther había registrado a nombre de su madre con el fin de que la señora Josefina, quien se encontraba en Barranquilla cuidando a sus dos hijos pequeños, pudiera cobrar el dinero de las regalías para el sustento de los niños”.
En su tiempo era bastante mal visto que una mujer se dedicara de forma profesional a la música, y que saliera de su casa a viajar por el mundo siendo intérprete era una sombra de sospecha sobre su moral sexual. Cura rescata una canción poco conocida de Forero, que le da el título a su libro y en la que Forero se apropia del insulto: “Ay, yo no sé por qué dirá la gente que soy una mujer caminadora. Será porque vivo tan solita y triste caminando, contando las horas”. Cura propone que a Forero dejemos de decirle “novia” y le digamos “caminadora”, para reconocer que fuera una de las primeras cantautoras colombianas en llevar nuestra música por el mundo. Este, además, es un reconocimiento político: nuestros íconos culturales suelen ser hombres y esto tiene un impacto limitante en la construcción de nuestros imaginarios. Forero se fraguó un lugar en la música colombiana, un gremio que hoy sigue siendo dominado por hombres, y su historia debería servir de inspiración para celebrar e impulsar la presencia de las mujeres en estos espacios, o en palabras de Cura: “Así como las mujeres hemos luchado por ocupar libremente las calles, las oficinas y los puestos de poder, sumemos ahora a nuestras luchas tomarnos los micrófonos, los escenarios, los estudios de grabación y los medios de comunicación para que las voces femeninas en la música sean cantadas”.