La política en bikini

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Catalina Ruiz-Navarro
10 de mayo de 2018 - 07:15 a. m.
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Hace poco se conocieron unas fotos en las que un grupo de mujeres en bikinis blancos marcados con el logo de la campaña del candidato Germán Vargas repartía volantes de la misma campaña, caminando entre el tráfico de El Rodadero. Como es costumbre, a la indignación por la estrategia siguió su defensa machista: ¿cuál es el problema en que unas mujeres repartan volantes de una campaña presidencial en bikini?, ¿no se supone que poner mujeres en bikini junto a un producto es la estrategia más antigua de la publicidad? No hay diferencia alguna si pensamos que un candidato a presidente es lo mismo que una cerveza. Pero la principal aspiración de las cervezas no es el fomento de los derechos humanos (las mujeres somos seres humanos), mientras que para un candidato a presidente, al menos de dientes para afuera, debería ser condición necesaria de sus propuestas. Y claro, estamos hablando de mujeres adultas que voluntariamente aceptaron hacer este trabajo. Ellas, como todas las mujeres en Colombia, pueden ponerse y trabajar en lo que se les dé la gana mientras sea legal. Ninguna mujer es más o menos por estar más o menos vestida. El problema no son los bikinis o los desnudos, ambos hacen parte de la libertad de expresión, lo que sí es reprobable es que una estrategia de campaña con el nombre de un candidato presidencial use los cuerpos de las mujeres como vallas publicitarias. El problema no son ni ellas ni los bikinis, el problema es quién las contrata y para qué.

Vargas Lleras sacó un comunicado diciendo que sí respeta a las mujeres, que esto fue un “montaje” malintencionado y que su familia “está integrada por mujeres” (raro sería que no). Un medio local, Eventos Santa Marta, publicó unos pantallazos de WhatsApp en los que se afirmaba que las ocho mujeres habían sido contratadas por la agencia Tayrovisión para la campaña de Vargas Lleras, y que le habían pagado $90.000 a cada una. La agencia, sin embargo, lo ha negado públicamente. Luego Vargas culpó del montaje a la campaña del candidato Duque-Uribe. Esto nos deja tres escenarios: o bien lo hizo de manera oficial y consciente, o lo hicieron sus aliados en Santa Marta, o es un montaje para desprestigiarlo. La última opción parece poco probable, porque el machismo lejos de quitar votos los suma y porque la ventaja política de Vargas Lleras frente a otros candidatos en el Caribe no es precisamente el voto de opinión feminista. Antes que una elaborada conspiración de contrapropaganda política, la explicación más sencilla es que su campaña es machista.

Y es que no se necesita “la controversia de los bikinis” para notar que propuestas del candidato Vargas Lleras –y de paso las de Duque-Uribe, presunto conspirador– para las mujeres son, bueno, machistas. ¿La razón? Toda su política para mujeres gira alrededor de la idea –conservadora y desconectada de la realidad– de la “familia”. En su comunicado, Vargas dice que aprecia nuestro “papel para la construcción de la familia”. ¿Y qué pasa con las mujeres que no quieren o no tienen una familia tradicional? Ninguna de estas campañas imagina a las mujeres colombianas por fuera de esos roles tradicionales de la familia y la maternidad y esta visión de túnel, como política de Estado, solo puede crear más desigualdades. Otra propuesta de Vargas es sacar a las mujeres de la economía informal y yo me pregunto: ¿alguna de estas campañas les va a dar un apoyo a estas ocho mujeres en bikini para que salgan de la economía informal a la que evidentemente están expuestas? Ni Vargas, ni Marta Lucía Ramírez parecen interesados en averiguar si ellas tuvieron garantizados sus derechos laborales.

Ante la afirmación rotunda de “cero violencia contra las mujeres” que hacen ambas campañas, me pregunto si eso contempla el problema del acoso callejero. Si alguna de estas mujeres fue acosada o irrespetada mientras entregaba los volantes (invito a quien tenga dudas a caminar en bikini en medio de un trancón), ¿qué medidas de prevención y protección tomó la campaña responsable? No importa si era en serio o si era un montaje, si somos “el pilar de la familia” o no, los derechos de las mujeres son los mismos y deben ser garantizados. Estas preguntas se quedan sin respuesta entre otras cosas porque Vargas y Duque-Uribe no asistieron al debate presidencial #LasMujeresPreguntan, organizado por al menos 250 organizaciones de mujeres. Es que para ellos solo valemos como fichas políticas, no como ciudadanas.

@Catalinapordios

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