En 2018, luego de que el movimiento #MeToo estallara en Hollywood con denuncias de alto perfil contra Harvey Weinstein y Kevin Spacey, se hizo tremendamente popular una carta firmada por varias mujeres francesas, la más famosa de todas era la actriz Catherine Deneuve, en la que se manifestaban en contra del #MeToo acusándolo de ser un nuevo puritanismo. La carta fue publicada en el diario francés Le Monde y decía que “como mujeres no nos reconocemos en este feminismo, que más allá de denunciar el abuso del poder, se transforma en odio a los hombres y a la sexualidad. Pensamos que la libertad de decir no a una proposición sexual corre pareja a la libertad de importunar, sin encerrarse en el papel de víctimas”. Desde entonces, cada vez que se habla de las denuncias públicas por acoso o abuso sexual, en Latinoamérica nos sacan en cara “la carta de las francesas” como un argumento de autoridad colonialista, de ni más ni menos que las herederas de Simone de Beauvoir, que nos hablaban de un mundo más liberal, más positivo frente al sexo.
Sin embargo, la carta no representa a la mayoría de las mujeres francesas, que también se sintieron removidas por el impacto que tienen las olas de denuncias públicas por violencia de género. Con el hashtag #BalaceTonPorc (denuncia a tu cerdo) comenzó en Francia una conversación sin precedentes. “Las cosas se mueven a nivel de víctimas porque han empezado a hablar, se mueven a nivel de instituciones porque han intentado dar una respuesta legal a este problema, se mueven, un poco, a nivel de empresas, donde empieza a haber una toma de conciencia, y se mueven también en la justicia en Francia”, dijo la feminista Sandra Muller a El País en 2018. En conmemoración del 25N, este año, París vio una marcha multitudinaria que obligó a la opinión pública a reconocer que en Francia también es un problema el acoso.
La semana pasada, el Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia llevó a París a un grupo de periodistas feministas de varios países suramericanos. Durante la visita, la diputada Alexandra Louis, del partido de gobierno La République en Marche, y una de las redactoras de la ley aprobada el 3 de agosto de 2018 que castiga el acoso sexual en las calles con multas de hasta 300 euros, nos explicó que dicha ley era consecuencia directa de la conversación generada por el movimiento #MeToo, que visibilizó de forma masiva el acoso que viven las mujeres en Francia. Durante el 2019 ha avanzado una intensa conversación sobre cómo podría tipificarse el feminicidio. También nos entrevistamos con una asociación de mujeres periodistas llamada Prenons la Une, creada en 2014 con la intención de exigir una representación justa de las mujeres en los medios de comunicación y denunciar los casos de acoso que se dan en las redacciones. Un año después de que fuera aprobada la legislación contra el acoso callejero, Francia ha multado a 700 hombres, mostrando que las francesas, al igual que todas las mujeres del mundo, no apreciamos ni agradecemos la intimidación de la que somos objeto en las calles y que dificulta nuestra movilidad y derecho a disfrutar del espacio público.
La famosa “carta de las francesas en contra del #MeToo” sirvió como argumento del patriarcado para deslegitimar las protestas latinoamericanas, pero ni siquiera representa la postura de la mayoría de las francesas. Fue un argumento muy efectivo porque nuestra educación racista, clasista y eurocentrista nos predispone a pensar que el pensamiento europeo es el más progresista y avanzado, y los medios ya saben que el rating aumenta cuando publican noticias que refuerzan nuestros prejuicios machistas. Pero la realidad es otra: las francesas también se vieron afectadas por el poder de las historias y la voz de las mujeres y empezaron a cuestionar estos sistemas de poder.
