Este fin de semana el artista puertorriqueño Bad Bunny dio a conocer el video de su canción El apagón, que hace parte de su último trabajo discográfico, “Un verano sin ti”, que parece sonar ubicuamente en todas las fiestas del mundo. Son apenas unos segundos de música y escenas de personas bailando en un barrio popular de Puerto Rico, y se hace un corte al documental de la periodista Bianca Graulau, quien denuncia la gentrificación y la privatización ilegal de las playas de la isla. El documental, llamado Aquí vive gente, comienza con imágenes de la explosión de la central eléctrica Costa Sur de Guayanilla, que generó un apagón este año en toda la isla. Los apagones en Puerto Rico son el pan de cada día, en parte por la privatización del servicio de energía que ahora está a manos de LUMA Energy, una corporación norteamericana. ¿Suena conocido? ¡Demasiado! Es la misma consecuencia que vivió y vive la costa Caribe colombiana tras la privatización del servicio, en este caso a manos de españoles. El documental explica cómo estos apagones atentan contra la calidad de vida de las personas en la isla, que no solo se mueren de calor, también pierden sus electrodomésticos y se quedan sin poder conectar equipos médicos que algunas personas necesitan.
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Este fin de semana el artista puertorriqueño Bad Bunny dio a conocer el video de su canción El apagón, que hace parte de su último trabajo discográfico, “Un verano sin ti”, que parece sonar ubicuamente en todas las fiestas del mundo. Son apenas unos segundos de música y escenas de personas bailando en un barrio popular de Puerto Rico, y se hace un corte al documental de la periodista Bianca Graulau, quien denuncia la gentrificación y la privatización ilegal de las playas de la isla. El documental, llamado Aquí vive gente, comienza con imágenes de la explosión de la central eléctrica Costa Sur de Guayanilla, que generó un apagón este año en toda la isla. Los apagones en Puerto Rico son el pan de cada día, en parte por la privatización del servicio de energía que ahora está a manos de LUMA Energy, una corporación norteamericana. ¿Suena conocido? ¡Demasiado! Es la misma consecuencia que vivió y vive la costa Caribe colombiana tras la privatización del servicio, en este caso a manos de españoles. El documental explica cómo estos apagones atentan contra la calidad de vida de las personas en la isla, que no solo se mueren de calor, también pierden sus electrodomésticos y se quedan sin poder conectar equipos médicos que algunas personas necesitan.
Además de apropiarse de la empresa de energía, los extranjeros, y más puntualmente los gringos, gracias a la infame Ley 22, tienen incentivos fiscales como no pagar impuestos por las ganancias de sus inversiones en “acciones, criptomonedas y bienes raíces”. Comprar finca raíz en Puerto Rico se anuncia en el norte como una gran inversión inmobiliaria, y los precios bajaron aún más después de la destrucción ocasionada por el huracán María. Así que los extranjeros pueden comprar a muy bajo precio y luego remodelar y rentar al precio que les dé la gana. Una de las mujeres afectadas explica en el documental que su renta mensual es de US$300 y que, una vez despojada, su departamento será rentado a US$150 la noche. Como resultado de este proceso de gentrificación, las personas que han vivido en estos barrios por décadas quedan despojadas de su hogar, pues no importa si han pagado tres veces su valor inmobiliario en la renta acumulada de año tras año, no es vivienda propia, así que son expulsados de sus casas, efectivo en 30 días.
La tercera denuncia es sobre un fenómeno que pasa en Puerto Rico, en Honduras y en todo el Caribe. Allá, como en Colombia, las playas son públicas, de la nación, de la ciudadanía. Esto significa que en teoría todas las personas podemos disfrutar de la playa, pero si alguien compra la tierra que la rodea y cierra todos los caminos para entrar, la playa se vuelve inaccesible, se convierte en privada. Esa es la situación de muchas de las playas del Parque Tayrona, que además es una reserva natural. Todas estas son conversaciones urgentes para toda Latinoamérica, y este documental, que llegó dentro del caballo de Troya del video de Bad Bunny, puso el problema de la gentrificación de la región en boca de todo el mundo.
Hasta ahora, el reguetón y el periodismo de investigación y denuncia parecían vivir en universos paralelos, o por lo menos en campos semánticos distintos en donde el Periodismo con mayúscula es profundo, racional, sesudo, y el entretenimiento es banal y superficial. Cada vez es más frecuente que los artistas de la música popular se politicen. Antes muchos no tomaban partido porque había un costo para sus carreras, pero ahora el costo parece estar en quedarse indiferentes y apáticos, y eso se ve, por ejemplo, en la rotunda pérdida de popularidad de un artista como J Balvin. El arte siempre ha sido político, lo que ha cambiado es que cada vez menos audiencias se conforman con el arte que apaña un statu quo de poderes corruptos. Por otro lado, desde el periodismo nos seguimos haciendo las preguntas de hace más de 10 años: cómo hacernos masivos, cómo llegar con denuncias importantes a nuevas audiencias. Si fallamos al contestar es quizás porque somos muy arrogantes, nos creemos demasiado preciosos e inteligentes, como si estuviéramos por encima del entretenimiento y de lo popular. Pero si queremos llegar a la gente, tenemos que estar con la gente, inmersos en lo que escucha, hace, dice y piensa la gente. Artistas y periodistas tenemos que tomar nota, pues esta alianza entre Graulau y Bad Bunny lo ha logrado de manera magistral.