La última “crisis más grande de la historia” del gobierno Petro vino por cuenta de su hermano Juan Fernando y una entrevista que dio al programa Los Informantes con declaraciones escandalosas. La “chiva” de Los Informantes fue afirmar que el presidente tiene “Asperger” porque así lo aseguró su hermano, a quien se lo dijo el psicólogo del colegio cuando él tenía unos 15 años, y sin haber tratado directamente a Petro, el presidente. Según Los Informantes, esta es la razón que hace a Petro tan impuntual, pues, según ellos, este síndrome hace que las personas “eviten por momentos el contacto social, solo hablan de lo que les interesa y que le huyen a las dificultades” y que también lo que lo hace ver “arrogante, distante, incumplido y soberbio”.
Por supuesto, Juan Fernando Petro, tuvo que retractarse de todas las declaraciones. El lunes, explicó en Blu Radio que no tenía bases para afirmar un diagnóstico así del presidente y, además, La Silla Vacía mostró que el término “Asperger” se acuñó en 1994, mucho después de que los hermanos Petro se graduaron del colegio. Juan Fernando tampoco parece tener clara la diferencia entre una persona introvertida a quien le gusta leer y una persona que esté en el espectro autista. Para ese entonces los medios ya tenían montado un festival capacitista, usando el verbo “padecer” y ofreciendo estigmas a manera de información psiquiátrica. Juan Fernando Petro puede decir muchas cosas y ser una fuente inconsistente, pero Los Informantes presenta lo del Asperger como un hecho sin hacer el trabajo mínimo de verificar.
Los padecimientos de salud de los mandatarios que puedan impedir su buen desempeño deberían ser información pública, pero este no es el caso. Incluso si Petro estuviese en el espectro autista, lo cual no parece probable, es claro que dicha condición no le resultaría incapacitante. Es una explicación muy rebuscada para las tardanzas o inasistencias del presidente: algo molesto, sin duda, pero que no es síntoma de neurodiversidad ni de alguna enfermedad terminal (como afirman otros rumores).
En realidad, lo más interesante de la entrevista a Juan Fernando Petro es que afirma que, durante la campaña 2022 “el Urabá y el Magdalena Medio, dirigidos desde las cárceles lograron una votación, [...] si te das cuenta con ese millón y pico de votos fue que ganó”, a lo que la Nena Arrázola añade: “la propuesta era contundente: entregar bienes, plata, a cambio de no cárcel, no extradición y un cupo en la Paz Total”. Son frases cortadas y editadas a conveniencia, y la afirmación más grave está en voz de la periodista y no del entrevistado. Tampoco se verificó esta información, aunque parece ir en línea con las revelaciones del periodista Ricardo Calderón, quien dijo que, durante la campaña, el hermano de Petro había ido a La Picota a negociar beneficios a cambio de votos.
Claramente, Presidencia no tiene un buen equipo de comunicaciones que pueda advertir a los cercanos cosas obvias como que los medios editan la información para hacerla más atractiva a la audiencia, que las frases escandalosas son sacadas de contexto, que la línea editorial de Los Informantes es adversa y que es, como mínimo, sospechoso que digan que lo que quieren hacer es una entrevista a profundidad sobre la trayectoria de su hermano. Pero entre tanto ruido (imprecisiones, opiniones presentadas como hechos y especulaciones) la entrevista deja clara una cosa: que Petro tiene un problema de soledad, que es evidente cuando vemos que ni siquiera ha podido alinear el discurso de su propia familia ni mantener las lealtades de círculo cercano en política, y ambos le han traído más dolores de cabeza que la oposición.