Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Pompa y desigualdad

Catalina Ruiz-Navarro

10 de mayo de 2023 - 09:05 p. m.

De lejos y desde la burbuja progre, parecería que la coronación del rey Carlos III fue un evento menor e intrascendente, anacrónico, un recuerdo del pasado. La última coronación inglesa fue en 1953, hace setenta años, y en ese entonces la ilusión de la monarquía estaba tan cuestionada como hoy, y una de las primeras misiones de la reina Isabel fue tratar de restaurar su valor simbólico (y económico). Pero mientras la reina era una joven que podía llegar a dar la impresión de representar el cambio o la esperanza, Carlos llega al trono con más de setenta años, y con una mala imagen internacional por haberle sido infiel a Diana de Gales, su exesposa adorada por las masas. Entre los chismes y la falta de carisma de Carlos, uno podría llegar a pensar que la monarquía inglesa es una institución en declive, y que su relevancia tiene los días contados.

Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO

¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar

PUBLICIDAD

Pero no es así. Creer que la monarquía es una tradición banal es pasar por alto toda la explotación que fue necesaria para que pudiera existir. Carlos maneja una fortuna de más de 2 billones de libras esterlinas, acaba de heredar lo que le dejó su mamá sin tener que pagar impuestos, y no se tuvo que gastar un peso en esa coronación. Todo el modelo de la monarquía está basado en la acumulación sin fin. En la BBC repetían los presentadores que nadie es tan bueno para la pompa como los ingleses (“nobody does pageantry quite like we Brits”), pero en realidad, el campo en el que nadie supera a los ingleses es en la creación de desigualdad.

En 2018, en un discurso en Ghana, el príncipe Carlos dijo que la esclavitud había sido “una gran injusticia”: “La espantosa atrocidad de la trata de esclavos y el sufrimiento inimaginable que causó dejaron una mancha indeleble en la historia del mundo.” Sin embargo, estas son declaraciones de dientes para afuera. Las mismas joyas de la coronación que adornaban el cetro y la corona, fueron robadas a las colonias inglesas, y Carlos, por lo visto, no tiene ningún interés en regresarlas. En otra ocasión también dijo, en un discurso en Accra, que la Commonwealth era “un mecanismo vital para garantizar que toda la tierra no esté envenenada y contaminada y que su vitalidad no esté comprometida”. Esta preocupación por el medio ambiente es quizás una de las pocas cosas que se saben de los intereses políticos del nuevo rey, quien es un gran aficionado a la jardinería y quizás por eso devino “ecologista” (al menos en su discurso). Porque es difícil creer que le preocupa el calentamiento global cuando la imposición de esa Commonwealth ha dejado un daño, quizás irreparable, en el planeta. De Carlos también sabemos que no le gustan las protestas, y antes de la coronación la policía estuvo arrestando, sin justa causa, a algunos protestantes, y una de sus primeras acciones como rey fue darle el visto bueno a una nueva ley llamada “Public Order Act” que le da más poderes a la policía para la represión de la protesta.

Read more!

Quizás la monarquía no está pasando por su mejor momento en la opinión pública, tal vez porque el mundo entero sabe que es anacrónica e indefendible y menos encarnada en el monarca menos carismático de los últimos siglos. Pero a pesar de la mala fama, su poder sigue intacto. No se ha hecho más moderna pero cada vez se hace más inalcanzable.

Read more!
Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.