A mediados de enero grupos de feministas en Bogotá organizaron una protesta frente a Medicina Legal por los feminicidios y su impunidad. Entre los casos recientes estaba el de Linda Michelle Amaya Buelvas, de 15 años, quien había desaparecido en noviembre, hasta que su madre descubrió que desde el 1° de diciembre de 2020 tenían su cuerpo en Medicina Legal como NN. La protesta denunciaba una gravísima indolencia del Estado.
Sin embargo, cuando Noticias Uno tituló su informe, dejó que pasara a segundo plano ese reclamo tan importante, para ponerse ellos en el centro. Publicaron que las feministas habían “agredido” a la prensa, porque las manifestantes le dijeron al camarógrafo del noticiero, después de que estuviera un buen rato ahí haciendo entrevistas y tomas de apoyo, que se fuera, pues la protesta era un espacio separatista en donde los hombres cisgénero no eran bienvenidos. “Las feministas se tornaron violentas”, dijo el noticiero, “censuraron el ejercicio libre de la prensa”. En la nota se evidencia que ellas le dicen al camarógrafo, en todos los tonos, que se vaya, hasta que una se desespera y le dice que le va a “rayar la cámara”. Nunca lo hace, solo lo dice, su amenaza no es contra una persona sino contra un aparato, pero para el noticiero esto se convierte en una demostración de “violencia”.
No es nuevo que en algunas protestas feministas no sean bienvenidos los hombres cis. En las marchas lo normal es que haya algunos contingentes separatistas, es decir, en los que no se admite la presencia de hombres, y otros que son mixtos en donde los hombres pueden solidarizarse y marchar. En los contingentes separatistas hay mujeres que han sido víctimas de violencia, desde tortura hasta violencia sexual, a manos de hombres y por eso no quieren compartir ese espacio. Es un pedido sensato y sencillo: que por un día, durante unas horas, en determinadas calles, un grupo de mujeres pueda habitar el espacio público en sus propios términos.
El pedido a la prensa también es sencillo: que quienes hagan el cubrimiento sean periodistas mujeres, esto incluye camarógrafas. Pero los medios no las tienen ni parecen estar dispuestos a contratarlas, ni siquiera para un freelance por el Día de la Mujer. Buenas camarógrafas hay de sobra, pero es una profesión machista. Eso también hace parte de la protesta.
Para prevenir que otros medios de comunicación se victimizaran el 8M, varios medios feministas (Manifiesta, Emancipa, Volcánicas) publicamos un manual para cubrir las marchas en donde de nuevo se explicaba que para hacerlo de forma profesional es necesario respetar a las protestantes. Y volvió a pasar lo mismo. Otro camarógrafo, otro medio, pero en esencia lo mismo: que los grandes medios no están dispuestos a escuchar y adaptarse a las necesidades de las protestas feministas.
La prensa mainstream parece creer que las marchas tienen que adaptarse a ella y a la exigua equidad de género de las reacciones, pero al cubrir la protesta no nos están haciendo a las feministas un favor, están cumpliendo con su trabajo, y son las manifestantes las que nos hacen un favor a toda la sociedad al reclamar por un mundo más justo.