“The rise of end times fascism” (El auge del fascismo apocalíptico), es un ensayo de las brillantes periodistas y pensadoras Naomi Klein y Astra Taylor, publicado en abril en el periódico The Guardian. Las autoras hablan de una tendencia de pensamiento que se ha popularizado entre líderes fascistas, tecnobillonarios libertarios y fundamentalistas religiosos: el fin del mundo está cerca, así que ¡sálvese quien pueda! Quien pueda, es decir, quien tenga el poder. Están “previendo un futuro marcado por crisis, escasez y colapso. Sus mansiones privadas con la más alta tecnología son esencialmente vehículos de escape, fortalezas, diseñadas para que unos pocos selectos aprovechen cada lujo posible y cada oportunidad para la optimización humana, dándoles a ellos y a sus hijes una ventaja en un futuro cada vez más bárbaro. Para decirlo sin rodeos, las personas más poderosas del mundo se están preparando para el fin del mundo, un fin que ellos mismos están acelerando frenéticamente”.
Este ánimo ha llegado a la cultura pop, en series como Paradise (2025), Silo (2023-2025) y Murder At The End Of The World (2023), que insisten en esta idea desde la ficción, pero lo verdaderamente aterrador son los ejemplos reales. Klein y Taylor hablan de países que se están convirtiendo en “bunkers armados”, que “expulsarán y encarcelarán a todos los humanos indeseados” y se apropiarán de todos los recursos naturales. Un ejemplo clarísimo de esto está en el escalamiento del conflicto entre Israel e Irán este fin de semana. Irán cuenta con dos complejos capaces de “enriquecimiento de uranio”, y esto le permite crear insumos para un programa nuclear. Se especula que Irán ha almacenado uranio en Fordow, un complejo a miles de metros bajo tierra para protegerse de ataques como los que inició Israel. Por su parte, Israel cuenta con una tecnología que se conoce como la “cúpula de hierro”, “un sistema diseñado para detectar, interceptar y destruir misiles de corto y mediano alcance, cohetes y drones antes de que impacten en zonas pobladas, (...) capaz de interceptar proyectiles con una efectividad estimada superior al 90 %”. Estados-búnker, acelerando el fin del mundo.
Klein y Taylor piensan que, tanto tecnofeudalistas y libertarios como religiosos fundamentalistas y antiderechos, convergen en la idea del fin del mundo, aunque para los segundos se trata de la llegada del Juicio Final, en donde ellos serán los elegidos. “Conscientes de los genuinos peligros existenciales —desde el colapso climático hasta la guerra nuclear, pasando por el aumento descontrolado de la desigualdad y la IA no regulada—, pero comprometidos financiera e ideológicamente a profundizar esas amenazas”. Todos los movimientos sociales que defienden la igualdad y ponen en el centro la protección de la vida, desde las feministas hasta las ecologistas, necesitan creer en la posibilidad de un futuro. Para los tecnofascistas apocalípticos, el fin del mundo es inevitable y, ¿por qué no?, también una oportunidad de negocios.