Según una encuesta que contestaron más de 800 personas LGBTIQ, el 44 % de elles se enfrentaron, en algún momento de sus vidas, a que una persona cercana les llevara a algún tipo de tratamiento para cambiar su orientación sexual o su identidad o expresión de género. Este tipo de esfuerzos se conocen comúnmente como “Terapias de conversión”, pero el término no es preciso, especialmente porque alguien puede llegar a pensar que estas formas de tortura son una forma de terapia.
En esta encuesta sobre la experiencia de las personas LGBTIQ+ en Colombia, realizada por la revista Volcánicas y All Out, participaron 849 personas de 28 departamentos de Colombia, y nos da una idea muy clara de lo comunes y normalizadas que están estas prácticas. “El 89 % de las personas encuestadas afirmó crecer escuchando opiniones y comentarios negativos sobre las personas LGBT+, el 43 % dijo que alguna vez alguien de su familia sugirió llevarle a algún tipo de tratamiento para “arreglarle” y el 26 % de las personas respondió que alguna vez alguien de su familia insistió o le llevó a la fuerza a algún tratamiento (religioso, de salud, terapia psicológica u otro) para que dejara de ser una persona LGBT+”.
Uno de los hallazgos sorprendentes sobre los Esfuerzos de Cambio de Orientación Sexual e Identidad y Expresión de Género (ECOSIEG) es la variedad de formas que pueden tomar, pues las hay posando de comunidades religiosas, new age, de tratamientos psicológicos o psiquiátricos, y hasta médicos, con endocrinólogos. La encuesta mostró que “el 2,47 %, 22 de casi 1000 personas, dijo que alguna vez su familia le indujo u obligó a usar medicamentos u hormonas con el objetivo de ‘curar’ su identidad LGBT+. [...] Ante la pregunta ¿Alguna figura de autoridad (líder religioso, guía espiritual, coach de vida, padre de la iglesia) de tu comunidad te invitó a participar de encuentros o retiros para que ‘cambiaras’ tu identidad LGBT+? El 30 % respondió ‘Sí’ y el 23 % respondió que alguna vez le persuadieron o invitaron a participar de algún rito o ceremonia para ‘curar’ o ‘sacar’ su identidad LGBT+. [...] El 28 % indicó que alguna vez un profesional de la salud (física o mental) igualó ser LGBT+ a una enfermedad y el 9,7 % dijo que alguna vez un profesional de la salud mental le ofreció un procedimiento de “cura” por ser LGBT+.” En Volcánicas acabamos de publicar el reportaje “Inconvertibles II”, con el que continuamos investigando este fenómeno, y acompañamos estos datos de testimonios de personas que han sido víctimas de todo tipo de violencias, que van desde rezos y culpabilizaciones hasta prácticas similares al “waterboarding”. Todas coinciden en que es urgente buscar una manera de impedir que otras personas sigan pasando por lo mismo.
Pero la diversidad de los ECOSIEG hace que sea difícil identificarlos y más aún prohibirlos. En realidad, todas sus formas se ocultan bajo un mandato social y cultural que impone la heterosexualidad y las identidades cisgénero a la fuerza. Y esto se sostiene con las pequeñas acciones y comentarios de cada día, que presentan la heterocisexualidad como algo deseable y todo lo que no quepa en ese molde como un problema que hay que corregir. Sin esa creencia normalizada, ni las personas LGBTIQ+, ni sus familias, llegarían a exponerse a estas formas de tortura. Así que, aunque este es un problema variopinto y complejo, hay acciones que sí pueden ayudar, como una mejor educación sexoafectiva para todos, todas y todes en Colombia, que haga parte obligatoria de los pénsum educativos en preescolar, primaria y bachillerato, y que esté basada en el reconocimiento, aceptación y celebración de la diversidad humana, de manera que a nadie se le pase por la cabeza que haya una necesidad de limitarla o cambiarla.