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En mayo de 2021, durante las protestas del Paro Nacional, Alison Meléndez, quien también se menciona en medios como Alison Salazar, fue abordada en Popayán por la policía, que la detuvo arbitrariamente y luego la torturó hasta presuntamente llevarla al suicidio. En ese momento, Cuestión Pública y Volcánicas hicimos una reconstrucción de lo que podrían haber sido ocho minutos de tortura. Pudimos ver que Meléndez está sentada en un muro cuando llegan al menos 13 policías en motos que se acercan a ella, la golpean y manosean. Ella grita que la suelten y esto es registrado por un periodista que publicó el video. La acusan de haber tirado una papa bomba, ella lo niega. Se la llevan a rastras, con una violencia excesiva e innecesaria, la siguen arrastrando hasta la URI, aunque ella grita que la suelten. Estuvo retenida hasta las 11 de la noche, cuando por fin se la entregaron a su abuela. Al día siguiente, Alison contó lo sucedido en el muro de su Facebook y luego se suicidó.
El caso de Alison se convirtió en uno de los ejemplos paradigmáticos de la violencia policial que hubo en medio del Paro, de la forma diferencial en que se agrede a las mujeres, y de lo que no debería repetirse jamás. En un comienzo, la Fiscalía descartó que hubiera “acceso carnal violento”, un tipo de violencia sexual muy específico que está tipificado en el código penal, y que no incluye otras formas más sutiles de agresión sexual como arrastrarla hasta desnudarla y toquetearla (algo que se observa en los videos) u otras cosas que pudieron pasar en la URI, fuera del ojo de las cámaras. En junio de 2021, la Fiscalía imputó cargos contra uno de los policías y el 19 de julio de este año, casi dos años después, la Procuraduría destituyó e inhabilitó por entre 12 y 14 años a los cinco miembros del ESMAD que fueron señalados por la detención de Alison. Una vez más, insistieron en que no hubo abuso sexual, pero sí un abuso de la fuerza, lo cual, de nuevo, muestra que las formas legales y penales que se usan para tipificar la violencia de género son insuficientes. Decir que solo hubo un abuso de la fuerza es una representación sesgada de los hechos, pues borra totalmente el componente de género que tuvieron estas agresiones.
La gran mayoría de las mujeres (salvo quizás aquellas que tienen mucho, mucho poder) tenemos una idea más o menos clara de lo que Alison pudo sentir cuando se le acercó ese enjambre de policías. No tienen que tocarte, todo comienza solo con rodearte, y así dejarte saber que son muchos y están juntos, y no se necesita mucha imaginación para entender qué es lo que pueden llegar a hacer. Así que no tienen ni siquiera que tocarte para producir miedo y humillación. Entonces, la agresión e intimidación sexual, que tiene un clarísimo componente de género, comienza mucho antes de que te toquen, y no necesariamente termina con la penetración, que es a lo que se refiere ese deshumanizante término, “acceso carnal”. En el caso de Alison Meléndez tendremos que decir que técnicamente hubo justicia, pues inhabilitaron a algunos de los policías que la agredieron, pero hasta que estén dispuestos a admitir que aquí hubo un componente de género, lo que tenemos no es más que un castigo, pero la injusticia se repetirá infinitas veces porque aquí hay un problema estructural.
