Recientemente algunos medios registraron cómo en Corea del Sur ha habido un retroceso en el entorno laboral de las mujeres.
Son cada vez más los casos en los que se presiona para que la mujer renuncie en el momento en el que queda embarazada o incluso antes. Lo curioso es que no es la empresa la que presiona para la salida, sino los mismos compañeros de trabajo quienes la culpan por cargarlos de tareas adicionales en el momento de su licencia de maternidad.
Culpar a otros por las situaciones incómodas que padecemos parecería ser la tendencia mundial. Una tendencia conservadora que está retrocediendo al mundo a prácticas y valores del medioevo. Europa culpa a los sirios por su desempleo, Venezuela culpa a los “gringos” por su escasez, Estados Unidos culpa a los latinos y musulmanes por hacerles “perder su grandeza” y los “defensores de la moralidad” culpan a las minorías, entre éstas a las personas LGTBI, por corromper los valores de la humanidad.
Este escenario está empezando a dividir el mundo entre quienes comulgan con ciertos principios liberales, aceptan la diferencia, toleran al emigrante, y aquellos que son incapaces de convivir con la multiculturalidad y todavía consideran que la mujer debe quedarse en la casa. Hay también quienes creen que la cosa no es con ellos y van con la corriente.
Cuando pasan tragedias como la masacre de Orlando, hay ciertas reacciones que evidencian quién hace parte de qué mundo. Hay quienes fuertemente condenan el atentado como Obama, otros como el pastor cristiano quien dijo que estaba bien matar a 50 inmorales, y una gran mayoría que se quedan callados, que esperan a ver por dónde va la corriente para opinar, o que creen que con sólo decir “qué terrible” basta. El problema es que dejarlo pasar es en últimas comulgar con alguna de las dos tendencias. Es hora de que quienes no tengan una posición con respecto a este tema la busquen… siempre pensando a quién se quieren parecer.