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Adiós al sexo

Catalina Uribe Rincón

26 de marzo de 2014 - 09:15 p. m.

En las cédulas de ciudadanía de 1935 podíamos leer cosas como éstas: cutis trigueña y pálida; cabello ensortijado y abundante; boca mediana con labios gruesos; nariz con dorso recto y base levantada; cicatriz oblicuo-externa en región frontal.

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A medida que pasó el tiempo y tales características podían ser burladas por un tinte de cabello o un maquillaje las cédulas fueron cambiando.

A principios de los cincuentas se eliminó lo relacionado con pelo, boca y nariz pero aparecía el color de piel, la estatura y las señales: “ausencia del ojo izquierdo”. Supongo que el sexo estaba tácito porque las mujeres no necesitaban identificación, pues hasta 1954 no fueron ciudadanas. Las cédulas de hoy en día mantienen los datos básicos (nombre, RH, fecha de nacimiento, huella) y continúan con algunas particularidades como firma, estatura y sexo.

Los asuntos de identidad y seguridad han sido fundamentales para entender el contenido de los documentos de identificación. La idea, en general, es que el Estado esté seguro de que uno es quien afirma ser. La biometría, tecnología que analiza las características intransferibles de las personas (como las huellas dactilares), ha sido hasta ahora la herramienta más efectiva (aunque éstas se borren con el tiempo).

Esta semana volvió a salir a la luz el caso de la transgénero colombiana Eliana Rubashkyn quien busca asilo en alguno de los cinco países que reconocen como mujer a aquellas personas que se identifiquen como tal. Esto porque en Hong Kong (donde reside actualmente) y acá en Colombia todavía consideramos que “lo femenino” obedece a unos rasgos físicos específicos e inmutables y hay unas cirugías que Eliana no se quiere realizar. En la misma línea, Alemania aprobó el año pasado la categoría de “sexo indeterminado” para que los padres tengan la posibilidad de registrar a los bebés que tienen características de ambos sexos.

¿Será que debemos apuntarle a medidas como la alemana? ¿Acaso no entorpecen aún más la seguridad y la identidad de quien portan el documento? ¿O más bien va siendo hora de que eliminemos aquellos datos que sobran en los documentos de identidad y que en unos años sonarán tan ridículos como el cabello ensortijado y la boca gruesa?

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