Calzones y casitas

Varios medios, incluido El País de Madrid, han tenido que ver con la historia de alias “John Calzones”, el empresario y alcalde electo de Yopal, quien ganó los pasados comicios desde la cárcel.

Lo más curioso del asunto es que “Calzones” no se arrepiente del cargo que se le imputa y, por el contrario, parece sentirse orgulloso. “Estoy en La Modelo, pero con honor porque mi delito fue servirle al pueblo”, afirmó antes de las elecciones. El delito del que se jacta es el de urbanización ilegal pues utilizó terrenos de presuntos testaferros para la construcción de viviendas para familia de estrato uno y dos.

Pero más allá de los inconvenientes legales que tendrá que enfrentar con el Consejo Nacional Electoral y la justicia, su popularidad no deja de llamar la atención. No sólo por el curioso apodo y su historial delictivo, sino por su hazaña de “Robin Hood” con respecto a la urbanización para familias de bajos recursos económico. Sin duda, éste y otros episodios nos permiten concluir que el discurso y las promesas detrás del problema de vivienda son unos de las grandes vencedores en la pasada elección.

Las viviendas no sólo fue el motto de “Calzones”, sino de Rodolfo Hernández en Bucaramanga y Enrique Peñalosa en Bogotá, entre otros. Hernández, representante de un movimiento que bien podría convertirse en grupo de investigación de Colciencias, “Ética, lógica y estética”, prometió la creación de una gran ciudadela antisísmica para dar vivienda a unas 20.000 personas. El segundo, que se ha proyectado en los medios como el alcalde de facto, acordó poner en marcha desde ya programas de interés social que están actualmente paralizados.

Esto no es raro si se tiene en cuenta que hace un mes el vicepresidente Vargas Lleras, cuyo partido fue uno de los mayores triunfadores, alertó sobre el retroceso en la capital en habilitación de suelo para vivienda. Muy seguramente este será su programa clave cuando se lance a la Presidencia. No obstante, cuando de vivienda se trata, muchos acusan a los políticos de populistas. Algunos lo son. Pero, de todas formas, ¿no obedecen estas medidas a un olvido sistemático que han tenido nuestros gobiernos? ¿No es esto la reivindicación popular de problemas que el Dane nos lleva advirtiendo hace varios años? ¿Lograrán los políticos electos satisfacer las demandas que los ministros han incumplido?