Los nombres, apellidos y apodos están cargados de valores culturales. La forma en la que arbitrariamente nos referimos a las personas, también. Pensemos, por ejemplo, cómo a los hombres se les llama usualmente por su apellido y a las mujeres por su primer nombre. En el 2018, las investigadoras Stav Atir y Melissa Ferguson concluyeron que la probabilidad de que un hombre sea llamado por su apellido es el doble a que sea llamada por su apellido una mujer. Pasa con políticas, con escritoras, con profesoras y hasta con personajes de ficción. Por más renombre y reconocimiento, seguimos hablando de Francia, Kamala, Claudia, Hillary,...

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