Crisis de identidad y los del No

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Catalina Uribe Rincón
24 de noviembre de 2016 - 02:00 a. m.
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La escuela de Gobierno de Harvard publicó un estudio sobre los cambios en los factores que influencian la política.

Uno de los hallazgos es que cada vez es menos factible predecir las preferencias políticas teniendo en cuenta el nivel de ingreso de los votantes. Aunque todavía se asocia a los partidos de izquierda con un Estado de bienestar y los de derecha con una menor intervención estatal, desde 1980 lo económico ha perdido peso. Las predicciones ahora se hacen teniendo en cuenta afiliación con temas sociales como, por ejemplo, medio ambiente, raza o matrimonio homosexual. 

El enfoque en asuntos no económicos ha estado fuertemente marcado por la gran palabra de las últimas décadas: IDENTIDAD. Identidad asociada al género, raza, ciudadanía, trabajo, ideología, entre muchas otras. Pero, paradójicamente, lo que empezó siendo la gran apuesta liberal por reconocer los derechos de los grupos minoritarios es uno de los factores que ha pesado en el surgimiento de algunos populismos de derecha. El profesor de humanidades Mark Lilla sugiere, por ejemplo, que los liberales, obsesionados con el discurso de la identidad, ignoran que han animado a grupos de hombres blancos o de cristianos a pensar que ellos son también una minoría en desventaja cuya identidad se ve amenazada o ignorada.

En Colombia tenemos nuestro nuevo grupo de identidad: los del No por los acuerdos. Claman que se sienten ignorados y rechazados de la negociación, y se unieron alrededor de un No cada vez más abstracto. No a todo. No al acuerdo negociado, No al acuerdo no negociado, No al enfoque de género, No a la elegibilidad política, No y No. Y mientras unos voceros hablan de propuestas concretas, otros sólo dicen No como una nueva forma de identidad: “¡somos los del No!”.

El problema no es apelar a la diversidad y a los derechos de minorías. El problema es cuando el discurso se enfoca ciega y únicamente en identidades. Como lo afirma Lilla, es hora de que nos movamos a un “liberalismo post identidad” en donde se hable no sólo de derechos, sino también de deberes. En donde en vez de subdividirnos en identidades radicales enfrentadas aprendamos a convivir y a pelear por causas comunes para Los colombianos como un grupo mucho más grande.

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