De narcos y “gente divinamente”

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Catalina Uribe Rincón
29 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.
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La semana pasada los medios españoles reportaron escandalizados que un narco colombiano se había colado en la élite madrileña. Rodrigo Rojas, alias Richi, llevaba un tiempo sumergido dentro de un grupo de poderosos españoles, viviendo en La Finca, una exclusiva urbanización donde residen varios famosos, incluidas algunas estrellas del Real Madrid. Los tres hijos de Richi estudian, además, en el prestigioso colegio British Council del que se graduó el hijo del Mariano Rajoy, primer ministro español. Fue precisamente llevando a sus hijos al colegio que Richi fue acribillado, al parecer, por un ajuste de cuentas de la mafia.

Los padres de los niños del colegio británico no lo podían creer. ¿Cómo pueden estar nuestros hijos en compañía de los hijos de alguien como Richi? ¿Cuáles son los criterios para aceptar estudiantes? ¿Para qué pagamos 4.205 euros al trimestre (aprox. 15 millones de pesos)? Otros padres estaban simplemente desconcertados; uno de ellos afirmó que las fiestas de cumpleaños del hijo de Richi eran las mejores de toda la clase, y añadió: “Nosotros ahora estamos consternados porque jamás pensamos que el hombre era un mafioso”.

En Colombia tuvimos un caso parecido en donde Sebastián Murillo Echeverri, alias Lindolfo, un supuesto empresario de modelos que se codeaba con el jet-set criollo, terminó arrestado por mafioso. Lo desconcertante del asunto no es que estemos rodeados de mafiosos. Al fin y al cabo, estamos rodeados de drogas, y éstas ni se producen ni se trafican solas. Lo verdaderamente sorprendente es que hayas quienes se sorprendan de lo que normalmente siempre es obvio y evidente.

Hay gente rica, claro. Y hay mucha gente que se hizo rica honestamente. Y luego hay dos categorías oscuras: una, la del político, y otra, la del “negociante” así sin más. Ese que se dedica a negocios que nadie conoce y nadie se atreve a preguntar. La de político ya sabemos que algunas veces es oscura, por eso nadie se asombra cuando terminan destituidos o encarcelados. Pero igual de oscura es la del negociante que de la noche a la mañana tiene carros de lujo y condominios exclusivos, y cuyas cuentas realmente no suman. Y lo más curioso es que se volvió costumbre que nadie pregunte por esos jóvenes millonarios que no han inventado nada. Richi era buscado por la policía pero eso no le impidió comprar su mansión, ni matricular a sus hijos en el exclusivo colegio, ni pagar vacaciones de lujo.

La Suiza que llevamos dentro se está haciendo cada vez más latente. Y después todos nos hacemos los sorprendidos.

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