Educando niños y hombres

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Catalina Uribe Rincón
07 de marzo de 2019 - 05:00 a. m.
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En EE. UU. existen cursos para que los hombres que cometen crímenes de violencia de género se eduquen contra el maltrato. Y aunque esto pareciera excusarlos de su atroz comportamiento, un estudio concluyó que después de cuatro años un 90 % de los que continuaron en el curso no habían abusado de su pareja en el año anterior. Por supuesto, muchos siguieron siendo los mismos abusadores de siempre, pero para algunos algo logró hacer la educación.

Para que el impacto sea más significativo la educación debería empezar desde temprana edad. Uno de los hombres que asistió al curso antimaltrato contó que su hijo de dos años llamaba a su madre puta después de oírlo a él hacerlo miles de veces. Cuando el padre cambió el comportamiento, también lo hizo el hijo. He ahí la bondad de la temprana edad.

La tarea en general no es fácil. Educar en civilidad, en libertad y en respeto es muy difícil. Como país fallamos todavía mucho. Fallamos tanto que las personas que esperamos que nos den una mano parecen ponérnosla. Sólo esta semana Fabián Sanabria, un profesor de la Nacional, con los más altos títulos en educación y que compitió para la Rectoría de esta importantísima institución, incurrió con muy poca vergüenza en maltratar verbalmente a una mujer. El profesor Sanabria, para descalificar a su interlocutora, llamó a la abogada Natalia Bedoya “niña ensiliconada y prepago”. Las disculpas, al día siguiente, rayaron en cinismo. El profesor dijo que sentía que ella se hubiera ofendido, pero no aceptó que sus palabras fueran reprochables.

En los últimos años ha habido campañas para empoderar a la mujer, para mostrarnos que somos capaces, para incentivarnos a pelear por la igualdad. Sin embargo, falta más empeño en enseñar a los hombres a manejar su poder. Sí, es cierto, a muchos les enseñan a tratar a la mujer con condescendencia, a no tocarla “ni con el pétalo de una rosa”. Pero ¿qué tan sostenible puede ser ese respeto cuando la orden va a no agredir en lugar de reconocer? Se requiere de gran arte enseñarles a los niños a que rehúsen la mayor tajada de poder que les brinda la sociedad e insistan en hacer de las mujeres siempre sus pares.

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