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El consumo como acto político

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Catalina Uribe Rincón
19 de marzo de 2015 - 02:42 a. m.
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Después de que en 1791 fuera rechazada la propuesta abolicionista en el Parlamento británico, varios antiesclavistas decidieron hacer el primer boicot de consumidores de la historia.

La trata transatlántica de esclavos había florecido gracias al mercado del azúcar producida por mano de obra esclava. El abolicionista William Fox publicó un panfleto que instaba a todos los consumidores a dejar de consumir azúcar.

El panfleto se distribuyó en toda la población y fue tan efectivo que para 1792 aproximadamente 400.000 personas habían dejado de consumir este endulzante. Algunas empresas de azúcar se quebraron y otras disminuyeron sus ganancias en un tercio. Y aunque la protesta no destruyó por completo a la industria azucarera, unió a muchos sectores de la población en contra de la práctica atroz de la esclavitud. Ya para 1820 el boicot pasó de ser una simple protesta contra el consumo de azúcar a convertirse en un movimiento político por la libertad.

Esta semana varios usuarios de taxis optaron por una forma de protesta parecida. En redes sociales se convocó al “día de no taxi” con el fin de protestar contra los abusos de algunos de quienes prestan este servicio. El resultado en términos prácticos pudo no ser el mejor (pues no disminuyó en mucho la toma de taxis), pero en términos simbólicos es significativo.

Los colombianos vivimos sometidos a las arbitrariedades de muchas empresas que se creen intocables porque sus productos hacen parte de las necesidades básicas de la población. Sin embargo, uno de los lobbies efectivos que tienen los ciudadanos es el consumo. Pueden pasarse proyectos de ley, enviarse quejas a la Superintendencia de Industria y Comercio, hacerse denuncias en medios de comunicación, pero sólo cuando se toque el bolsillo de los implicados, las cosas van a cambiar.

Que la población siga siendo tan pasiva frente a las violaciones de ciertas empresas sólo perpetúa la falla del sistema. Para que un boicot sea efectivo, los ciudadanos tienen que comprometerse de lleno con este tipo de causas. Al final del día el consumo es tanto la debilidad personal de los ciudadanos como su fuerza contra el sistema.

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